Introducción.
Una adolescente enamorada como otra cualquiera. Un instituto en el que tener un buen coche se basa en un 50% de tu posición social. Un chico que no se a encontrado a si mismo. Un amor intenso, pasional, real, fresco. Una historia de amor que te cautivará, en la que tú puedes ser perfectamente la protagonista.
martes, 30 de agosto de 2011
Capítulo 8.
-Evelyn, cariño, ¿y los guantes?, ¿seguro que los llevas todo?._dijo por enésima vez.
-Si, mamá._ dije mirando de reojo. Exacto. Estáis ante la estúpida conversación madre e hija que todo el mundo a tenido alguna vez.
-Buenos días señora Jones._dijo Eric.
A mi madre le encantaba Eric, decía que era un chico muy educado y responsable. Lo que en realidad le gustaba es que se interesara por su trabajo. Mis padres siempre se sintieron muy decepcionados después de que se enteraran de que sus hijos no querían tener nada que vez con la ciencia, y mucho menos con la medecina. Dexter es muchísimo más listo que yo, pero no lo aprovecha. Es un vago. En cambio, en mi caso, para que me entre algo en la cabeza, tengo que dedicarle bastante tiempo.
A Eric le chifla la ciencia, y todas sus dudas las consulta con mi madre, y ella, encantada de la vida, se las resuelve.
Me da miedo cuando se lo encuentra en la calle, y pueden llegar a hablar horas.
-Buenos días cielo._y le dio un beso en la frente.
Por un momento tuve celos de mi madre. Ella le podía tocar, y no podía parecer raro. Bueno, esta casada.
-Hola._dijo mi padre en su dirección, con un gesto de la barbilla.
-¿Que tal princesa?, pórtate bien, y vigila que tu hermano no haga ninguna trastada.
Parecía que yo era la hermana mayor, de dieciséis, y mi hermano el pequeño de tres.
Pero la realidad es que los dos éramos mellizos, aunque Dexter fue más listo que yo, y salió primero del vientre de mi madre.
Me lo dirá hasta que seamos unos abuelitos de ochenta.
-Hola señor._dijo Eric con un asentimiento de cabeza.
Era obvia la frialdad que había entre ellos dos. A mi padre también le caía bien, lo que no le hacía gracia es que una jovencita adolescente de dieciséis años se pase la tarde encerrada con tres chicos. Y mucho menos que uno de ellos se quede a dormir.
Pero, después de todo, mi padre confiaba en mi, aunque no tanto como mi madre.
Aunque parezca raro, mi madre sabe más cosas de mi que mi padre. Y en el caso de Dexter es al contrario, mi padre sabe más cosas de el.
Supongo que será por todas esas historias míticas de mujer a mujer, y de hombre a hombre o vete a saber. Dexter ya se había ido camino al isntituto con Eric.
Me despedí de Balto, le tenía mucho cariño, y estaría una semana sin verle.
Para mi es como mi segundo hermano pequeño. Digo segundo porque Dexter está el primero.
Carla y yo estuvimos juntas todo el trayecto del autobús del instituto, al aeropuerto.
Miré hacía atrás, y no me había equivocado con mis suposiciones.
El club de fans de Eric estaba atrás del autobús, donde se encontraba él.
Se veía realmente incómodo. Si no contamos el hecho de que sencillamente no podía respirar.
Le hablaban todas a la vez, no se enteraba de nada. Vi como la arpía de Seidy no paraba de tontear con él, y lo peor de todo, parecía que le gustaba. Me derrumbé por completo.
Pero, ¿a quién quiero engañar?, ¿por qué me hago al decepcionada ahora?, ¿la desilusionada? Si ya sabía como iba a ser todo. En vez de ir a la nieve, parecía que iba a ir a tomar el sol en la playa. Y ese término es inadecuado, cuando llevas un escote que te llega al ombligo.
-Eh... ¿Evelyn?._de repente, volví al mundo real.
-Eh... si...si._dije despistada.
-¡Tía, estás en las nubes!, ¿has visto a Leo?._no me enteré de lo primero, así que respondí a lo segundo.
-No... la verdad es que no lo he visto todavía.
-Chicos, por favor, a partir de ahora es importante que no os separéis, hemos llegado al aeropuerto._dijo el profesor de gimnasia.
Cuando llegamos, nos dedicamos a arrasar con cualquier tienda de comida que vieramos a nuestro paso.
Suspiré. Eric no salia de mi cabeza en ningún momento. Entonces supe lo que me pasaba. Hay veces en las que esperas recibir más de algunas personas. No por nada, sino porque tú estarías dispuesta a darlo todo por el. Que ilusa había sido al pensar que el y yo alguna vez podríamos tener algo.
Cuando aparece en tu camino una chica como Seidy, guapísima, inteligente, abierta y fresca...francamente, lo tienes difícil.
Miré hacia mi lado. Carla había desaparecido. Supongo que estar todo el tiempo con alguien tan sumergida en su mundo, alguien que no es capaz ni de recordar que tiene a una persona a su lado, cansa.
Vi a Leo y me dirigí corriendo a su dirección. Fui más despacio al comprobar con quién estaba hablando.
Ánimo, tu puedes, me dije.
-Emm... chicos, perdón por interrumpir._ ahora me interrumpió Leo.
-¿Dónde estabas?_dijo dándome un abrazo. Me desconcertó un poco, pero cerré los ojos y se lo devolví mientras sonreía. ¿No es precioso cuando alguien te abraza con ese cariño? Te sientes tan bien, tan protegida. Parece que nada malo te puede pasar.
Se apartó. Quizás por que se recordaría a si mismo que Eric estaba experimentando esa escena dramática que nos montamos en cuestión de segundos.
-Ah sí, se me olvidaba, Carla estaba preocupada por ti, te estaba buscando._dije sonriéndole.
-¡Es verdad, se me olvidaba que tenía que darle...!_para entonces estaba tan lejos, que no se escuchaba.
-Eso a sido una excusa para quedarte a solas conmigo, eh..._dijo en aire superior y tono seductor en cuanto que Leo desapareció.
¡¿Pero qué?!...¡Será estúpido! Aunque pensándolo bien, era la típica excusa.
-Más quisieras idiota._me di la vuelta y me fuí.
Que estúpido y engreído puede resultar ser un niño cuando se lo propone.
Me pregunto si seguirá en pie lo del avión. La verdad, lo dudo mucho.
Busqué a Carla y nos apresuramos en meternos en el avión. Antes de eso tuvimos que pasar por un largo pasillo que parecía no acabar nunca.
Tenía un pellizco en el estómago, estaba asustadísima. No montaba en avión desde los cinco años, así que no recordaba muy bien la experiencia. Si, soy una miedica.
Le busqué con la mirada, pero no le encontraba. Se había esfumado. El avión estaba repleto y no se veía ningún asiento libre. El pellizco en el estómago aumentaba por momentos y no sólo por el avión.
No creo que me halla dado plantón. Me habría avisado al menos, ¿no?
Entonces como un rayo resplandeciente de luz, le vi. Estaba sentado al final del avión, y se tuvo que poner en pie para captar mi atención.
Me dirigí a su lado, pero ni siquiera le miré. No iba a olvidar tan fácilmente lo que me acababa de hacer. Se que lo decía para picarme, pero aun asi... intenté mostrar dignidad y me puse delante de el.
-¿Qué tal?_dijo sonriéndome como si no hubiera pasado nada.
-Bueno, bien._dije tosca.
-¿Bien?, ¿ se te escucha el corazón desde aquí sabes?
-Déjame al lado de la ventana por favor._dije ignorando sus palabras.
-No, no, ni hablar, he llegado yo antes, y he elegido el sitio antes.
-¿Sabes que si por casualidad tuvieramos un accidente, la parte de la cola del avión es la que se incendia antes?
-Sí, lo sé. Pero este es mi sitio._
-Entonces me voy._dije como una niña caprichosa. Aun sabiendo que no me iba a mover de ese sitio aunque el avión ardiera en llamas.
-Vale, vale. Ponte._se levanto y y se puso en pie, aferrándose al asiento de delante.
Lo hizo a cosa echa, para que mi cuerpo tuviera que rozar todo su trasero.
-Ya._se la devolví dándole un pellizco en la pierna. Hizo un gesto de dolor, y faltó muy poco para que caiera encima de mi.
-¿A sí me agradeces que te halla dejado el mejor asiento?_dijo con voz lastimosa, y cabeceando la cabeza de un lado hacia otro.
-Perdón._dije riéndome.
* Señores pasajeros abrochense los cinturones, despegaremos en breves*
Eric debió ver mi cara de pánico, porque me dijo:
-¡Já! Lo sabía, te dan miedo._lo dijo como si hubiera descubierto un segundo cielo.
No me dio tiempo a responder cuando el bicho empezó a andar.
Cerré los ojos con fuerza. Entonces eso empezó a subir y yo sentía como si tuviese ocho toneladas de piedras en el estómago que querían que me quedara en tierra.
Eric cogió mi mano, y empezó a dibujar circulitos con su dedo pulgar, para que me tranquilizara. Ni siquiera eso me ayudó. Sentía como una presión, era algo raro.
-Evelyn, ya puedes abrir los ojos, ya a terminado.
Suspiré. Tenía razón. No me había soltado la mano todavía. Respiré hondo. Miré por la ventana. Me sorprendí de lo que veía, era una cosa inigualable, era precioso, era mágico.
-Eric mira, ¡es precioso!_dije mirándole a los ojos directamente.
Entonces ví que miraba nuestra mano, todavía entrelazada. Me di cuenta y la quite de un movimiento rápido y brusco.
-Perdón._dijo el algo avergonzado.
¿Por qué tengo que ser siempre tan bruta?, es mas, ¿por qué la tengo que cagar siempre?
-Mira que eres tontita... ¿Por qué crees que quería ese asiento?
Le miré a los ojos, y me maraville de lo buena persona que era. Cambio de tema, para no tensar más la situación . El me sostuvo la mirada.
-Es verdad._dije concentrada en sus ojos.
No sé, si esto que estaba pensando hacer lo hice en mis cavales o no, pero lo hice.
Apoyé mi cabeza en su hombro, delicadamente, suavemente. Estaba cansada, y la mayoría de nuestros compañeros, dormían. Observé su reacción, no creo que le molestara. Aun así, me quería asegurar.
-¿Te molesta?._dije viendo como su pecho se movía lentamente, y su respiración era pausada.
-Para nada.
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