Introducción.

Una adolescente enamorada como otra cualquiera. Un instituto en el que tener un buen coche se basa en un 50% de tu posición social. Un chico que no se a encontrado a si mismo. Un amor intenso, pasional, real, fresco. Una historia de amor que te cautivará, en la que tú puedes ser perfectamente la protagonista.

martes, 30 de agosto de 2011

Capítulo 8.


-Evelyn, cariño, ¿y los guantes?, ¿seguro que los llevas todo?._dijo por enésima vez.
-Si, mamá._ dije mirando de reojo. Exacto. Estáis ante la estúpida conversación madre e hija que todo el mundo a tenido alguna vez.
-Buenos días señora Jones._dijo Eric.
A  mi madre le encantaba Eric, decía que era un chico muy educado y responsable. Lo que en realidad le gustaba es que se interesara por su trabajo. Mis padres siempre se sintieron muy decepcionados después de que se enteraran de que sus hijos no querían tener nada que vez con la ciencia, y mucho menos con la medecina. Dexter es muchísimo más listo que yo, pero no lo aprovecha. Es un vago. En cambio, en mi caso, para que me entre algo en la cabeza, tengo que dedicarle bastante tiempo.
A Eric le chifla la ciencia, y todas sus dudas las consulta con mi madre, y ella, encantada de la vida, se las resuelve.
Me da miedo cuando se lo encuentra en la calle, y pueden llegar a hablar horas.
-Buenos días cielo._y le dio un beso en la frente.
Por un momento tuve celos de mi madre. Ella le podía tocar, y no podía parecer raro. Bueno, esta casada.
-Hola._dijo mi padre en su dirección, con un gesto de la barbilla.
-¿Que tal princesa?, pórtate bien, y vigila que tu hermano no haga ninguna trastada.
Parecía que yo era la hermana mayor, de dieciséis, y mi hermano el pequeño de tres.
Pero la realidad es que los dos éramos mellizos, aunque Dexter fue más listo que yo, y salió primero del vientre de mi madre.
Me lo dirá hasta que seamos unos abuelitos de ochenta.
-Hola señor._dijo Eric con un asentimiento de cabeza.
Era obvia la frialdad que había entre ellos dos. A mi padre también le caía bien, lo que no le hacía gracia es que una jovencita adolescente de dieciséis años se pase la tarde encerrada con tres chicos. Y mucho menos que uno de ellos se quede a dormir.
Pero, después de todo, mi padre confiaba en mi, aunque no tanto como mi madre.
Aunque parezca raro, mi madre sabe más cosas de mi que mi padre. Y en el caso de Dexter es al contrario, mi padre sabe más cosas de el.
Supongo que será por todas esas historias míticas de mujer a mujer, y de hombre a hombre o vete a saber. Dexter ya se había ido camino al isntituto con Eric.
Me despedí de Balto, le tenía mucho cariño, y estaría una semana sin verle.
Para mi es como mi segundo hermano pequeño. Digo segundo porque Dexter está el primero.
Carla y yo estuvimos juntas todo el trayecto del autobús del instituto, al aeropuerto.
Miré hacía atrás, y no me había equivocado con mis suposiciones.
El club de fans de Eric estaba atrás del autobús, donde se encontraba él.
Se veía realmente incómodo. Si no contamos el hecho de que sencillamente no podía respirar.
Le hablaban todas a la vez, no se enteraba de nada. Vi como la arpía de Seidy no paraba de tontear con él, y lo peor de todo, parecía que le gustaba. Me derrumbé por completo.
Pero, ¿a quién quiero engañar?, ¿por qué me hago al decepcionada ahora?, ¿la desilusionada? Si ya sabía como iba a ser todo. En vez de ir a la nieve, parecía que iba a ir a tomar el sol en la playa. Y ese término es inadecuado, cuando llevas un escote que te llega al ombligo.
-Eh... ¿Evelyn?._de repente, volví al mundo real.
-Eh... si...si._dije despistada.
-¡Tía, estás en las nubes!, ¿has visto a Leo?._no me enteré de lo primero, así que respondí a lo segundo.
-No... la verdad es que no lo he visto todavía.
-Chicos, por favor, a partir de ahora es importante que no os separéis, hemos llegado al aeropuerto._dijo el profesor de gimnasia.
Cuando llegamos, nos dedicamos a arrasar con cualquier tienda de comida que vieramos a nuestro paso.
Suspiré. Eric no salia de mi cabeza en ningún momento. Entonces supe lo que me pasaba. Hay veces en las que esperas recibir más de algunas personas. No por nada, sino porque tú estarías dispuesta a darlo todo por el. Que ilusa había sido al pensar que el y yo alguna vez podríamos tener algo.
Cuando aparece en tu camino una chica como Seidy, guapísima, inteligente, abierta y fresca...francamente, lo tienes difícil.
Miré hacia mi lado. Carla había desaparecido. Supongo que estar todo el tiempo con alguien tan sumergida en su mundo, alguien que no es capaz ni de recordar que tiene a una persona a su lado, cansa.
Vi a Leo y me dirigí corriendo a su dirección. Fui más despacio al comprobar con quién estaba hablando.
Ánimo, tu puedes,  me dije.
-Emm... chicos, perdón por interrumpir._ ahora me interrumpió Leo.
-¿Dónde estabas?_dijo dándome un abrazo. Me desconcertó un poco, pero cerré los ojos y se lo devolví mientras sonreía. ¿No  es precioso cuando alguien te abraza con ese cariño? Te sientes tan bien, tan protegida. Parece que nada malo te puede pasar.
Se apartó. Quizás por que se recordaría a si mismo que Eric estaba experimentando esa escena dramática que nos montamos en cuestión de segundos.
-Ah sí, se me olvidaba, Carla estaba preocupada por ti, te estaba buscando._dije sonriéndole.
-¡Es verdad, se me olvidaba que tenía que darle...!_para entonces estaba tan lejos, que no se escuchaba.
-Eso a sido una excusa para quedarte a solas conmigo, eh..._dijo en aire superior y tono seductor en cuanto que Leo desapareció.
¡¿Pero qué?!...¡Será estúpido! Aunque pensándolo bien, era la típica excusa.
-Más quisieras idiota._me di la vuelta y me fuí.
Que estúpido y engreído puede resultar ser un niño cuando se lo propone.
Me pregunto si seguirá en pie lo del avión. La verdad, lo dudo mucho.
Busqué a Carla y nos apresuramos en meternos en el avión. Antes de eso tuvimos que pasar por un largo pasillo que parecía no acabar nunca.
Tenía un pellizco en el estómago, estaba asustadísima. No montaba en avión desde los cinco años, así que no recordaba muy bien la experiencia. Si, soy una miedica.
Le busqué con la mirada, pero no le encontraba. Se había esfumado. El avión estaba repleto y no se veía ningún asiento libre. El pellizco en el estómago aumentaba por momentos y no sólo por el avión.
No creo que me halla dado plantón. Me habría avisado al menos, ¿no?
Entonces como un rayo resplandeciente de luz, le vi. Estaba sentado al final del avión, y se tuvo que poner en pie para captar mi atención.
Me dirigí a su lado, pero ni siquiera le miré. No iba a olvidar tan fácilmente lo que me acababa de hacer. Se que lo decía para picarme, pero aun asi... intenté mostrar dignidad y me puse delante de el.
-¿Qué tal?_dijo sonriéndome como si no hubiera pasado nada.
-Bueno, bien._dije tosca.
-¿Bien?, ¿ se te escucha el corazón desde aquí sabes?
-Déjame al lado de la ventana por favor._dije ignorando sus palabras.
-No, no, ni hablar, he llegado yo antes, y he elegido el sitio antes.
-¿Sabes que si por casualidad tuvieramos un accidente, la parte de la cola del avión es la que se incendia antes?
-Sí, lo sé. Pero este es mi sitio._
-Entonces me voy._dije como una niña caprichosa. Aun sabiendo que no me iba a mover de ese sitio aunque el avión ardiera en llamas.
-Vale, vale. Ponte._se levanto y y se puso en pie, aferrándose al asiento de delante.
Lo hizo a cosa echa, para que mi cuerpo tuviera que rozar todo su trasero.
-Ya._se la devolví dándole un pellizco en la pierna. Hizo un gesto de dolor, y faltó muy poco para que caiera encima de mi.
-¿A sí me agradeces que te halla dejado el mejor asiento?_dijo con voz lastimosa, y cabeceando la cabeza de un lado hacia otro.
-Perdón._dije riéndome.
* Señores pasajeros abrochense los cinturones, despegaremos en breves*
Eric debió  ver mi cara de pánico, porque me dijo:
-¡Já! Lo sabía, te dan miedo._lo dijo como si hubiera descubierto un segundo cielo.
No me dio tiempo a responder cuando el bicho empezó a andar.
Cerré los ojos con fuerza. Entonces eso empezó a subir y yo sentía como si tuviese ocho toneladas de piedras en el estómago que querían que me quedara en tierra.
Eric cogió mi mano, y empezó a dibujar circulitos con su dedo pulgar, para que me tranquilizara. Ni siquiera eso me ayudó. Sentía como una presión, era algo raro.
-Evelyn, ya puedes abrir los ojos, ya a terminado.
Suspiré. Tenía razón. No me había soltado la mano todavía. Respiré hondo. Miré por la ventana. Me sorprendí de lo que veía, era una cosa inigualable, era precioso, era mágico.
-Eric mira, ¡es precioso!_dije mirándole a los ojos directamente.
Entonces ví que miraba nuestra mano, todavía entrelazada. Me di cuenta y la quite de un movimiento rápido y brusco.
-Perdón._dijo el algo avergonzado.
¿Por qué tengo que ser siempre tan bruta?, es mas, ¿por qué la tengo que cagar siempre?
-Mira que eres tontita... ¿Por qué crees que quería ese asiento?
Le miré a los ojos, y me maraville de lo buena persona que era. Cambio de tema, para no tensar más la situación . El me sostuvo la mirada.
-Es verdad._dije concentrada en sus ojos.
No sé, si esto que estaba pensando hacer lo hice en mis cavales o no, pero lo hice.
Apoyé mi cabeza en su hombro, delicadamente, suavemente. Estaba cansada, y la mayoría de nuestros compañeros, dormían. Observé su reacción, no creo que le molestara. Aun así, me quería asegurar.
-¿Te molesta?._dije viendo como su pecho se movía lentamente, y su respiración era pausada.
-Para nada.

domingo, 28 de agosto de 2011

Capítulo 7.

A la mañana siguiente me levanté con una sonrisa. ¿No habéis mirado alguna vez a vuestro alrededor, y lo veis todo bonito?, ¿Todo por muy absurdo que parezca, es precioso ese día?
 Me di la vuelta en mi cama y me quedé mirando el techo de mi cuarto. ¿Realmente lo de anoche fue un sueño? Me miré en el espejo de mi habitación antes de salir. Tenía las mejillas sonrosadas, y un brillo extraño en los ojos. Casi ni me reconocía. Parecía otra persona. Estaba feliz. ¿Cómo puede una persona hacerte tan feliz ?, ¿me estaba ilusionando demasiado?
Me vestí con las botas de montaña, una sudadera y un pantalón estrecho, me puse dos pares de calcetines más. Odiaba tener frío en los pies, y al parecer allí iba a hacer mucho. Salí disparatada al cuarto de baño, me asee, y peine el cabello cobrizo, estaba liso, pero aun así me pase la plancha. En cuanto abrí la puerta me encontré a Dexter en la entrada de la puerta.
-¿Qué estabas haciendo? que coñazo, siempre igual, tú la primera, me voy a mear encima_ya empezaba siendo idota desde por la mañana temprano. Genial.
-¿Por qué cuando algo es una mierda es ''un coñazo'' y cuando algo es divertido es ''la polla''?._dije muy seria. Siempre me pareció más absurdo de lo normal.
-Mira déjame._ y a continuación se escucho un ruido parecido al de las cataratas del Nihagara. Que tendría en la vejiga...
Eric se reía a carcajadas. Ni siquiera me había percatado de que estaba ahí.
-¿De que te ríes? lo digo muy enserio._
-De ti. Me rió de ti._dijo frunciendo el ceño. Sus ojos azules no se apartaban de mi, y me estaba empezando a poner nerviosa.
Enarqué una ceja.
-¿Disculpa?._dije haciéndome la interesante.
-¿Qué?
- ¿Te has visto los pelos que llevas?_en realidad estaba guapísimo, como siempre. Aunque tuviera el pelo despeinado, o algo desaliñado el siempre estaba perfectamente perfecto.
No paraba de mirarme a los ojos. ¿No os parece increíble todo lo que puedes llegar a decir, sin articular palabra alguna?
Lo bonito que es mirar a una persona y saber que es importante en tu vida, ver como se te iluminan los ojos con tan sólo verle mientras tienes una sonrisa dibujada en la cara y eres consciente de que si te falla o te falta se te derrumbaría el alma.
Me acerque un paso hacía delante, me puse de puntillas. Eric me sacaba dos cabezas como minímo, y eso que yo soy bastante alta. Su flequillo rubio iba en distintas direcciones, y yo se lo acomodé de manera que sólo fuera hacia una. 
¿Qué se supone que hago?, ¿con qué derecho le toco su cabello? Para, me dije. Para si no quieres hacerte daño después. Mi mano se congelo y la baje enseguida. Cuando recordara esto, y supiera que el y yo no somos nada, sería más difícil. Os dije que Eric me podía hacer muy feliz. Pues si, es la verdad, pero también me puede hacer mucho daño. Demasiado. Pensé en el viaje a Alaska y en su club personal de admiradoras. De repente me puse nerviosa y miré hacia el suelo.
-Esto... yo mejor me voy._dije, y me juego el pescuezo a que mis mejillas se volvieron de un rojo intenso.
-Espera._dijo cogiéndome de la mano, y eso me recordó a la noche pasada.
-¿Por qué te ruborizas?_dijo
Maldita sea... lo sabía.
-Por nada... adiós._dije muy tosca.
Empecé a andar escaleras a bajo. Soy una estúpida.
-Evelyn, tengo que preguntarte algo.
-¿El qué?._ ¿qué soy tonta...? eso ya lo sé.
-¿Quieres se mi compañera de avión?_dijo sonriente.
-¿Quién?_¿enserio se estaba dirigiendo a mi?
-Pues tú, lógicamente..._hizo una pausa._-Pero,oye si no quieres... no pasa nada._
-Eh..no, no,... si, si quiero._dije titubeando. Parezco idiota.
Si quiero. Me sonó a boda.
-Entonces perfecto. Lo pasaremos bien. Por cierto...
Le corté.-¿Qué?_
-¿Tendrás tapones para los oídos...no? Es que ronco bastante._dijo muy serio.
La cara que puse le debió de hacer gracia, porque explotó en una carcajada en cuestión de segundos.
-Es broma, es broma..._dijo sin parar de reirse.
-Idiota..._idiota, estúpido, guapo, perfecto. Él sonriendo, él y su pelo, el y su forma de ser, él y sus ojos, capaces de describir lo imposible, él y su sonrisa. Él es idiota con motivos. ¿Cómo puedo mirarle y sonreír sin ningún motivo?
-Sí... suelen decirmelo a menudo._y giro la cabeza hacia un lado y eso me mató.
-Bueno, pues tu eres tonto e idota.
-Perfecto._dijo sonriente, como siempre.

Capítulo 6.


Balto no paraba de saltar y corretear por la orilla. No se cansaba nunca. Me gustaba observarle, y ver como era feliz con nada, con lo más mínimo, mientras que nosotros, somos cada vez más egoístas, siempre queremos más y más.
 Me extraño mucho que Carla no me llamara, pero la verdad, lo agradecí, hoy no me apetecía ir de compras. Cosa rara en mi.
Vi como una pareja paseaban en la orilla a lo lejos. Me quedé mirándolos por  un momento. En ellos se veía verdadero amor, no como Dylan y Rachel... 
Entonces pensé: Miedo a amar. ¿Qué puede haber más bonito? Con lo hermoso que es entregarse a esa persona, poner todas tus confianzas en ella, verle sonreír y ser la más feliz del mundo.
Yo no tengo miedo amar. Simplemente soy cobarde, son cosas distintas. Pero a partir de hoy va a ser distinto, me va a dar igual lo que piensen de mi. Seré yo misma. Tal y como soy. Es lo mejor. ¿No odiáis, esto?: ''me gusta ese chico, pero nunca se fijará en mi...''
y las personas, las que de verdad  te quieren, te dicen: ''sé tu misma''.
Tan fácil como eso. Ahora lo entiendo.  Si no te amas a ti misma, nadie te amará nunca. Tampoco hay que pasarse de creída...
 Además, no se acaba el mundo porque no le tengas, bueno tu mundo, si que se acaba, porque tu mundo es él. Tan sólo se acabará una lucha. Pero aún quedan miles de batallas.
Abrí el libro y me adentré en otro mundo, más bonito, más feo, quizás mejor, quizás peor. No sé cuanto tiempo pude estar ahí sentada, pudieron ser horas. Ya era incluso de noche cuando volvió a llover, justamente como el día anterior.  Así, sin más. Todo se volvió más negro. Recé porque fuera un aguacero, pero este tenía más mala pinta. Llamé a Balto de un silbido y este se apresuró en venir a mi lado. Sonreí al recordar como mi padre me enseñó a silbar de esa manera. Recuerdo que fue a los ocho cuando por fin me salió. Corrimos hacia la casa y acabé empapada, como ayer. La puerta estaba cerrada con llave y eso me extrañó. Los chicos ya no estaban en el salón, así que, supuse que estarían ordenando los últimos detalles de la maleta... o quizás ni habrían empezado. Me di una ducha con agua hirviendo, es más salí colorada  y en mi baño había una espesa neblina a causa del vapor. Me puse una fina camisa de tirantes y unos shorts cortitos a modo de pijama. La verdad es que aunque sólo fuera una semana el tiempo que íbamos a estar allí, yo llevaba ropa para un mes.
Cada vez llovía con más intensidad y parecía que el techo se me iba a caer encima. He oído que cuando se escuchan temblores, o algo así,  lo mejor es meterse debajo de unas escaleras. Aunque lo encuentro absurdo. ¿Y si se te cae la escalera encima...? Bajé a la cocina a por algo de comer y estaba echa un asco, se notaba que Dexter y los chicos habían estado por aquí.
Cogí una manzana y estuve un ratito en twitter y tuenti. Hablé con Carla sobre su cita con el médico, al parecer todo fue bien. Estaría en mi casa a las siete de la mañana, puesto que mañana saldríamos del instituto a las siete y cuarto. También me hablo Massi. Amigo de Dexter y de Leo. Massimiliano. En efecto, nombre italiano, aunque demasiado largo para mi gusto. Sólo llevaba dos años aquí, y dominaba a la perfección los idiomas. En el último examen de lengua superó a varios de la clase. Todos le llamaban Massi, y la verdad es que me gusta. Es algo así como Massi, eres lo máximo. 
Llamé a mi madre por teléfono y me dijo que estarían en casa antes de las siete, para despedirse de Dexter y de mi.
No paraba de llover, fui al jardín y metí a Balto dentro de la casa.
Y estaban empezando los relámpagos. Una de las cosas que más miedo me daban, aparte de los fantasmas y las casas embrujadas, y bueno, porqué no,  mi madre enfadada...
Recuerdo que, cuando era pequeña, mi madre me decía que los relámpagos eran ángeles en el cielo tocando un tambor.
Eso me lo creía antes, pero ahora, no. Siempre me habían causado pavor.
Metí un respingo y me calle un grito ahogado. Se me apagó el portátil. Lo que faltaba. Encima se va la luz. Me asomé por la ventana y en la calle tampoco había. Utilicé el móvil para ver donde pisaba, y entones recordé que mi madre guardaba una linterna en su cuarto, para casos como este. Subí las escaleras muy lentamente, poniendo especial interés sobre donde pisaba. Abrí la puerta del cuarto y escuché los ronquidos de Dexter de lejos.
Parece un ogro. 
Entonces me quedé paralizada. En la cama había algo, más bien alguien. Mis padres no venían hasta las siete, y si es un ladrón, no creo que se este tomando un descanso, sería lo último, vamos.
¿Quién es?, me acerqué y utilicé el móvil para ver quien era.
Sonó otro relámpago. Grité sin darme cuenta.
Sea quien sea se levantó de la cama rápidamente. Supe que era un hombre por su voz. Ahora si que estaba a punto de gritar, y no por la tormenta. Iba a llamar a Dexter, pero no podía articular palabra alguna.
-Eh, tranquila no pasa nada.
No podía ser verdad... era él. Podía sentirlo. Ahora estaba de pie a mi lado. Otro relámpago. Di tal bote que el móvil acabó en el suelo. No se veía nada. Otro relámpago y otro, y otro más. Grité de nuevo, estaba muy asustada. 
Entonces, en ese momento, unos brazos rodearon mi cuerpo y mi espalda y me apretaban con fuerza hacía su pecho. Quería refrenar mi respiración ya desbocada a causa de los relámpagos, y ahora incluso, más todavía. Nunca había querido tanto que no acabara una tormenta. Quería que si parara en algún momento, yo me esfumara con ella. Estaba temblando, y no sólo por el frío. El se apartó un poco, pero no del todo.
-Eh, ¿tienes frío?._dijo Eric susurrándome cerca del oído. Quería matarme.
No pude decir nada, pero estaba temblando, e intentaba ver su rostro.
-Toma._Sentí como se apartaba de mi y se quitaba su sudadera.
No me lo podía creer. ¿Esto es un sueño? mi imaginación me estaba empezando a preocupar. Me la puse corriendo. Me quedaba enorme, pero estaba genial dentro de ella.
-Muchas gracias._la voz que emití sonó rara incluso para mí.
Otro relámpago. El me apretó otra vez suavemente sobre su costado. Su respiración era lenta, suave y pausada. Su corazón latía tranquilo. En cambio el mío, parecía que se podía escuchar a 9800 kilómetros de distancia. Intenté silenciarlo. Fue imposible.
Poco a poco paró de llover, o al menos había parado la tormenta. Aún así se escuchaba una lluvia silenciosa de fondo.
 Me sorprendí, estábamos en silencio, y no estaba incómoda, para nada. Todo lo contrario. Cuando no conocía a alguien me era imposible mantener un silencio. En cambio ahora, no. A Eric le conozco, pasaba tiempo en casa, pero nunca había mantenido con el una conversación normal. Se separó levemente de mi ,y yo hice otro tanto. Me senté en la cama y el me imitó, y se sentó a mi lado. Poco después vino la luz. Maldición. Ahora será más difícil estar con el. Me miró.
-¿Estás mejor?_dijo dejando ver su perfecta fila de dientes blancos y rectos.
-Mejor, muchas gracias. Me asustan muchos los relámpagos._dije mirando a su sonrisa.
-Y que lo digas._dijo frunciendo el ceño.
Me volvió a mirar y entonces sufrí un colapso.
-¿Qué haces aquí?, ¿eres el nuevo amante de mi madre y no me he enterado?
-Ni de coña. Me quedo esta noche en tu casa, le dije a Dexter que te avisara, pero ya veo que no me hizo mucho caso. Mañana Dexter y yo vamos juntos al instituto, y  me dijo que me quedara en vuestra casa. Insistí en que no era necesario, pero cuando quise salir por la puerta de tu casa estaba cerrada con llave.
Volvió a reírse mostrando sus dientes blancos y frotándose los pelos de la nunca. Estaba algo vergonzoso. Siempre solía hacer ese gesto  en clase cuando le preguntaban algo que no sabía. Sólo podía pensar una cosa: Dexter, te quiero.
-Te he tenido que dar un susto de muerte. Lo siento. Pobrecita._Seguía riéndose. 
Que pare ya. ¿Pobrecita...?
Le tape la boca con la mano. Me sorprendí de lo que había echo. Con él estaba realmente cómoda, me transmitía seguridad. Confianza. Tanto como para callarle, cuando lo único que nos decíamos era algo como: Hola, adiós. Sonrisa de cortesía. Hola Eric,  me gustas, te cuento las pestañas. Vale. Eso último no.
Me mordió la mano. Estaba concentrada pensando, y el aprovechó para morderme.
-¡Ah! _Baje la mano . Me hice circulitos con el dedo pulgar, para fingir dolor. No me había echo daño, estaba actuando.
Enarcó una ceja. Yo seguía estudiando sus ojos azules, buscando los misterios que escondían. Él entrecerró los ojos.
-Me has echo daño._ dije lastimosa.
-Oh, lo siento mucho. Pero tú has tenido la culpa.
 Se limitó a mirarme inocentemente. 
-¿Me perdonas?._En el fondo de sus ojos se captaba la curiosidad.
En cualquier momento me veía derretida en el suelo. A parte la vista de inmediato.
-Para._dije sin pensar. Algunas veces me pasaba, hablaba sola.
-¿Cómo?._dijo ahora realmente curioso.
Estábamos cerca, muy cerca, cuando entró Dexter, haciendo su gilipollez de turno.
-¡Eh, eh! si estáis ocupados colgar algo en la puerta...
-¡Dexter!_gritamos los dos, al unísono.
-Bueno, yo me voy os dejo solitos... ._dijo desapareciendo por la puerta.
¿Cómo un adolescente de dieciséis años puede llegar a ser tan infantil?
-Bueno yo también me voy, tengo que terminar de hacer la maleta..._aunque en realidad me quedaría aquí...
-Perfecto._ me dijo con una sonrisa en la cara. Siempre tan feliz, tan risueño, tan optimista. Me pregunto si será una máscara.
Iba saliendo del cuarto cuando me cogió de la mano.
Puse los ojos como platos. ¿Pero qué...?
-¿Se te olvida algo, no?_dijo.
Te daría un besito de buenas noches.
Me concentré en pensar cuerdamente.
-¿Qué?_ dije asombrada.
-Mi sudadera...bueno si quieres quedatela..._Me dijo con otra sonrisa igual de resplandeciente que la otra. Entonces me di cuenta. Llevaba el torso desnudo, con su trabajo de gimnasio al descubierto. Me obligué a apartar la vista, por educación.
-Ah... esto... sí..._dije tartamudeando nuevamente.
Me la estaba quitando, cuando de pronto le volvía a tener demasiado cerca de mi rostro. Sentía su respiración y su aliento olía a menta.
-Buenas noches, Evelyn._Y se apartó enseguida. Me gustaba más de lo  racional, como dijo mi nombre.
Me quedé quieta ahí sin respirar. Intenté ordenar mi mente, ahora confusa.
-Esto... si gracias, igualmente._ creo que parecía algo desorientada.
Cerré la puerta con cuidado y me alejé a mi habitación. Preguntándome si esto había pasado de verdad. Y yo que creía que había utilizado todos sus poderes sobre mí...já... qué ilusa.

jueves, 25 de agosto de 2011

Capítulo 5.

La última clase, la escogieron para detallarnos todo el plan de mañana, la hora de salida, lo que haríamos cada día...
La verdad que gracias a eso, se hizo el día más corto.
Me despedí de Carla, que tenía que hacerse unos análisis y me dijo que quizás me llamaría más tarde para ir al centro comercial.
Me encamine sola a mi casa, Dexter estaba a mi lado. Y digo que iba ''sola'' dado que estaba muy preocupado hablando de el nuevo videojuego de la play station 3.
El cielo estaba lleno de nubes, y una neblina cubría la playa. Me dispuse a coger el ipad y a sumergirme en mi mundo. Estaba cantando mi canción favorita cuando alguien me toco por la espalda. Sentí un escalofrío. Me volví. Sonreí de inmediato a ver su rostro.
-Hola Leo. Hoy no te he visto.
-Lo sé,_dijo sobre actuando._ me aburro bastante cuando no toca química, y no estás a mi lado para hacerme reír._dijo estudiando mis ojos. No paraba de mirarme, puso el cuello de lado, para mirarme desde otro ángulo. Frunció el ceño.
-¿Qué tengo?, me estas empezando a dar miedo._dije sin apartarle la vista.
-Nada._sonrió._Hoy tienes los ojos más verdes que nunca.
-Idiota. Me habías asustado..._dije suspirando y dándole un pequeño empujoncito en su hombro.
Alguien me cogió la mochila por detrás. Al parecer, hoy se habían puesto de acuerdo para matarme del susto. Pero ningún miedo que había sentido antes se comparaba con el que estaba sintiendo ahora, al comprender quien iba al lado de Dexter.
-Oye, hermanita ¿hoy tampoco están en casa, no?._dijo
Lo capte al vuelo.
-Hoy también tienen turno en el hospital._
Mire de reojo a Eric y me sonrió de inmediato. Yo le correspondí con una sonrisa, pero no me atreví a mirarle a os ojos.
-Leo, ¿te vienes esta tarde?_dijo Dexter.
-Si, estoy en tu casa enseguida, en cuanto ordene un poco la maleta...
Despedí a Leo con un beso en su sonrosada mejilla y me fui con Dexter a casa. Me encantaba las mejillas de Leo, siempre estaban rosadas, yo el decía que me recordaba a Heidi, y eso le molestaba bastante. Me quede un poco extrañada al comprobar que Eric también venia al lado de Dexter. Contuve la respiración. Relájate... Eric es nuestro vecino, es normal.
-Tío me voy, ahora vengo. Adiós Evelyn._dijo sonriéndome muy cortésmente.
-Adiós._dije sonriendo también. Pero ya se alejaba hacia su casa. Empezó a llover enseguida.
-¡Mierda! esta tarde no podremos jugar al fútbol._
Y este se cree que a mi me importa.
-Y yo no podré ir al centro comercial, ni siquiera con la vespa._dije
Tampoco esperaba que a Dexter le importara. En el fondo nos queríamos, y yo no sabría que hacer sin Dexter. Lo sabía, y yo también sabía que Dexter pensaba igual.
-¿Pedimos unas pizzas?_
-Perfecto. No tengo ganas de cocinar, la verdad._
Las devoramos en cuanto las tuvimos en frente de la mesa.
-Dexter eres un bruto, te vas a poner malo.
¿Q-ué...?_dijo hablando con la boca llena. Estaba empezando a sentir nauseas.
Al parecer la lluvia resultó ser un pequeño aguacero y terminó antes de lo previsto.
-Hoy te toca a ti recoger._
Entré en mi habitación y me cambié de ropa. Me puse una camiseta de mangas cortas y un pantalon verde caqui, de los estrechos, y una americana. Me recogí la melena cobriza en un moño y puse una raya negra y fina encima de mis ojos, hoy más verdes que nunca, según Leo.
Me puse un poco de perfume, y cogí un nuevo libro, que alquile de la biblioteca hace poco y del que me habían hablado muy bien.
-Hola chicos._Aunque todos me respondieron, pocos se volvieron y me miraron.
Estaban jugando a la play. Aún no comprendía como podían estar las horas y las horas ahí sentados, peleándose, por ver quien es el mejor. Aunque debo de reconocer que hubo una temporada en la que Dexter y yo estábamos super enganchados.
Fui a jardín y Balto se me echo encima, y me puso perdida de babas, para variar.
Me lleve a Balto a la playa, sin la correa, para que estuviera saltando y correteando por la orilla. Cogí el móbil por si llamaba Carla.
-Me voy chicos, pasadlo bien._
-Gracias Evelyn._ Dijeron Eric y Leo al unísono.
-No hagas travesuras renacuaja._dijo Dexter. Se comportaba peor cuando estaba delante de sus amigos, para hacer la gracia.
No me moleste en responderle, le tengo como caso perdido.
Cogí a Balto, que nuevamente estaba dando rienda suelta a su depósito de babas. Los chicos se quejaban, pero le querían tanto como yo.
Me senté en la arena, unos metros más hacia delante de la casa. Me traía muchos recuerdos un lugar como este. El mundo esta lleno de lugares especiales, en los que siempre guardas recuerdos. Lugares en los que al pasar cerca de ellos te duele, te ruge el corazón, o por el contrario, sientes la necesidad de acercarte cada vez más y sonreír al recordar todo lo que viviste allí. Lugares como este, en los que te pasarías una vida entera, y no te importaría nada más, porque te encanta. Porque en este lugar me siento yo misma.

martes, 23 de agosto de 2011

Capítulo 4.


Me desperté a la mañana siguiente, con mi canción favorita, la única que hasta ahora, no había aborrecido. Me vestí con una blusa de cuadros abierta, una básica debajo y unos jeans. Me hice una coleta alta, para tener el pelo recogido, me maquille con un poco de colorete y un gloss clarito, y salí escaleras a bajo. Viernes por fin. El mejor día de la semana, junto al sábado. Bebí un poco de leche a morro y cogí dos tostadas.
-¡Vamos Dexter! Siempre te tengo que esperar._dije enfurruñada y gritándole. Y pensaréis, que, debería ser al revés, que el hermano tendría que esperar a la hermana presumida, que se mira 80 veces en el espejo antes de salir por la puerta de casa.
-¡Dexter, no te espero más!
-Ya voy._dijo saltando cuatro escalones, como si tuviera complejo de canguro. El día que se caiga me reiré en su cara. Me guarde este último pensamiento, no me apetecía empezar una nueva pelea.
El instituto estaba muy cerca de mi casa, tardábamos unos diez minutos en llegar, y caminando. Observé como Rachel iba en el flamante lamborghini, en el asiento  copiloto  junto a Dylan, un amigo de Eric y con un buen puesto en el top ten de la popularidad. Me asomé a los aparcamientos junto a Dexter y un conjunto de mecanismos y piezas metálicas  me hicieron tripas corazón en cuanto los vi. Tener un buen coche, significaba ser un niño de papi, y esto quería decir que al menos influía un 50% respecto a tu posición social. Yo en cambio, prefiero ser normal, antes que una estúpida mimada y consentida. Vi como Dylan y Rachel salían del coche y se encaminaron juntos a la cafetería. No parecían que fueran una pareja normal, es mas, pienso que no soy la única que creen que están juntos, porque todos dicen que  son la ''pareja ideal''. Claro, eso implica que el guapo popular, y la guapa popular estuvieran juntos, aunque no se conocieran, aunque se odiaran, aunque cada minuto que pasaran fuera como de una hora se tratase, aunque se mirasen y no hubiera amor. Debían de estar juntos, porque eso era lo que su posición social le ''exigía''. Resumiendo, todo esto que os he soltado quiere decir que alguien como yo, no podía estar con Eric, simplemente por mi posición social, o vete a saber.  Mi situación me recuerda a la antigüedad. Yo no quiero eso,
simplemente quiero saber que significa una rosa, quiero que me enseñe a decir mentiras piadosas, para poder verle a escondidas en horas no adecuadas, y poder 
reemplazar palabras por miradas...
¿Es poco, no?, ¿tanto pido? Al parecer sí. Suspiré. Qué fácil era desbordar mi imaginación. Me dirigí junto a Carla a las demás clases. Las horas pasaron con el mismo aburrimiento de siempre, los mismos sucesos absurdos y las mismas palabras. Bla bla bla bla bla...
-Señorita Ross, ¿tan importante es lo que tiene que decirle a la señorita Jones como para tener que interrumpir la clase?._ 
Como odiaba cuando me llamaban señorita, me hacían sentir... infantil.
Vi cómo Carla se estaba levantando y como poco a poco, las venas de su cuello se iban tensando. 
-Carla...no._dije susurrando y cogiendóle de la mano.
Apretó la mandíbula y se sentó rápidamente desafiando la mirada del profesor.
Cuando sonó el timbre Carla me cogió de la mano y me apretó las muñecas.
-¡¿Pero que coño se ha creído?! ¡Si hablo bajito es por no interrumpir su maldita clase! ¿Se cree que me importa lo mas mínimo ?._
-Tranquilizáte, Carla, dejálo correr, es mejor asi.
-Si, es mejor que el rey de los plebeyos nos utilice como le venga en gana._ pude comprobar, que algo aprendió de la Edad Media en historia.
-Eres una exagerada Carla...Además el termino rey y plebeyo, no pegan para nada, es mejor decir que el es el rey de esta prisión... 

miércoles, 17 de agosto de 2011

Capítulo 3.


Me concentré en Carla, quería dar una vuelta con los perros. Siempre paseábamos en la orilla, sobre esta hora, donde el sol se ocultaba. Era precioso ver el atardecer en el mar. Pasé por lo alto la oportunidad de sentarme abajo con los chicos. Además tampoco esperaba poder articular palabra alguna delante de Eric, así que mejor me iba, y así me despejaba. Me dejé la melena castaña cobriza al viento, para que se terminaran de secar las puntas. Cogí a Balto y salí fuera. Balto estaba al lado de Eric. Al parecer, no tenia un sitio mejor en el que ponerse. En realidad, para qué engañaros, me gustaba más de lo normal que se sentara allí. Saltó hacia mi, en cuanto me vio y me lleno de babas. Era muy grande y a muchos les daba miedo, pero tenía una mentalidad de cachorrillo juguetón.
-Dexter, me voy con Carla , adiós.
- Espero que no vaya nadie más, eh..._dijo haciendo de hermano protector. No sé porqué, tenia metido ese papel en su cabeza, pero tarde o temprano debería de desaparecer, cuanto antes, mejor.
¿Este niño es tonto o mastica leche?
-Y si viene alguien más ¿qué...?.__dije enarcando una ceja.
Se encogió de hombros.
-Haz que no me entere._dijo acomodando su cabello castaño, más oscuro que el mío. Hacia poco que se lo cortó. Algunas chicas de su clase dejaron de hablarle y de perseguirles porque se cortó la melena '' skater'' que tanto adoraban. Vaya pandilla de estúpidas. Dexter estaba muchísimo más guapo así.
-Dexter, la pastilla de las 7. Se te ha olvidado tomártela ¿verdad?._dije con ironía.
Al parecer, a Eric le causó gracia mi pequeño chistecillo. ¡Dios mío! Qué guapo es ... Entonces me acordé. Subí escaleras arriba en busca de la cámara, y la metí en una bolso inmenso, en el que podrÍas encontrar lo que menos esperases. A Carla le encanta mi cámara. Me pinte un poco los ojos, aunque no me gusta ir maquillada, soy de esas chicas que no le importa ir con la cara lavada al instituto, pero hoy me dio la venilla. Salí disparatada hacia Dexter.
-¡Adiós y pasadlo muy bien!_dije sonriéndoles. Estaba claro que esta vez la batalla la gané yo.
-Adiós Evelyn, pásalo bien tú también_ dijo Eric con una sonrisa pintada en los labios. Espera... a dicho mi nombre...se sabe... mi nombre. Bueno, estaba claro, soy la hermana de su amigo.
-Adiós hermanita._dijo Dexter.
Intenté sonreír a Eric, pero dudo que saliera algo convincente. A Dexter le saqué la lengua como una niña de 5 años y  me fuí.
Saludé a Carla, que me esperaba en la orilla y ella me respondió con un abrazo.
-Estaba en casa Carla...
-¡¡¡¡¡¿¿¿Venga ya???!!!!._respondió tan exagerada como siempre.
-Sí._dije algo vergonzosa.
-Evelyn estás colada por él, ¿cuándo se lo piensas decir?, vete tu casa . ¡Ya! mira qué tonta eres... _le mire con ojos como platos. Odiaba cuando hacía su papel sabelotodo-maternal. Al parecer todos desempeñaban un papel sobre mí.
-Carla, ¿es qué no lo entiendes? esto no es como en las películas, aquí nada es perfecto, el se puede permitir eligir a la chica que quiera._ 
-Evelyn... no seas tonta, sabes que eres guapísima._claro, eso lo dice mi mejor amiga...
-Y no, no lo digo porque sea tu mejor amiga. Sabes que tienes unos...
-Eso da igual,._le corte._ Carla... él no busca eso. Aquí no importa que seas la mejor persona del mundo.
-Es un tonto, y un superficial, Evelyn. Ya se dará cuenta de su error._dijo muy seria.
Algo dentro de mi, decía, que Eric no era así. Algunas veces, tenía esa especie de capacidad, esa de saber como son las personas, sin conocerlas, sólo por sus gestos, su manera de actuar, de mirar a la gente. Yo estaba segura de que Carla tenía una idea totalmente distinta a la mía con respecto a Eric.
 Esta noche no se verían las estrellas. Lo sabía. Saqué la cámara , me acerqué al objetivo. Estaba dispuesta a captar el atardecer, era precioso. El comienzo de una nueva noche, el fin de un día. Me encantaba la fotografía, me encantaba captar segundos, ver como todo quedaba inmovilizado, los momentos, todo se congelaba.
Iba a llover dentro de poco. En unos minutos empezó a chispear. No me dio ni tiempo a llegar a casa, cuando ya estaba empapada. Y se había ido la luz tanto en la calle como en la casa. Maldición.
Utilicé el móvil para alumbrarme y me quité la sudadera que estaba empapada y la sustituí por una camisetilla de tirantes. Tenía un examen después de la excursión a Alaska, y no me apetecería repasar la noche antes, la verdad... son malos hasta para eso, que poca consideración tienen...
 Había relámpagos. Los odiaba desde pequeña, me daban mucho miedo y más de noche. Por poco no me mataba subiendo la escalera.
 Pero mira que eres patosa, Evelyn.  Subí hacia mi habitación, pasando por el cuarto de Dexter, vi que estaba dormido encima del escritorio. Mañana va a acabar con el cuello distorsionado... como mínimo. Me acerqué a él, y le di unas suaves palmaditas en el hombro.
-Dexter, despierta, Dexter, te has quedado dormido encima del escritorio._pasaba de mi.
-Ya voy..._dijo bostezando e intentando levantarse.
Me fui hacia mi habitación y me dediqué a meter en la maleta alguna que otras cosas. Sería mejor que empezara ya, porque siempre se me suele olvidar algo.
La tormenta paró enseguida. Menos mal. No quería ir a dormir con Dexter. Borre ese estúpido pensamiento de mi mente enseguida. No quiero ni imaginar lo que diría de mi.

Capítulo 2.


Nos encaminamos a mi casa, riéndonos a carcajadas.
-Evelyn, pasado mañana es el viaje a Alaska, ¿lo recuerdas?_dijo haciéndome gestos delante mía. Hacer ese viaje era una de las cosas que teníamos propuesta desde hace muchísimo tiempo.
-Mmm..lo había olvidado. Esta semana tuve que estudiar, al menos para tener una oportunidad en el examen de geometría...
-¡Tan empollona como siempre, Evelyn!_dijo intentando picarme. Aunque sabía que yo era inmune a ese tipo de estupideces. Para mi, mi futuro era muy importante, y la verdad, no tenia pensado trabajar en un burguer king...En cambio Carla era mucho más abierta, más alocada que yo, y disfrutaba cada oportunidad que se le ponía por delante.
Vi que Leo se acercaba hacía nosotras.
-Hola chicas, ¿qué tal hoy?_dijo tan agradable como siempre.
-Cada vez se me hacen los días más largos, esa cárcel te absorbe la energía..._dijo Carla, suspirando melodramáticamente.
Leo era bastante guapo. Se sentaba conmigo en la clase de Química, somos compañeros de laboratorio en muchas ocasiones, y eso implica bastante tiempo juntos. Me ayudaba en todo lo que podía, teniendo una paciencia digna de admirar, ya que yo soy una negada tanto como para la química, como para las matemáticas. Se puede decir que es mi mejor amigo,  mi cómplice, mi medio hermano. Vive muy cerca de mi casa, sus padres llevaban un pequeño negocio.
-¡Ah!_ se me escapo un grito ahogado. Me quede parada, no movía ni un milímetro de mi cuerpo.
Le tenía delante. Me había quedado bien callada. Por mi bien. Carla se dio cuenta, le guiñó un ojo a Leo y me dio un empujoncito hacía el. ¿Está loca? Sí. Confirmado. Bueno un empujoncito no, un EMPUJONAZO. Un centímetro más y me hubiera estampado en su espalda. La verdad es que no pude evitar sonreír como una boba al imaginarme como hubiera podido ser. Tenia una imaginación impresionante y desbordante, en eso no me ganaba nadie. Lo mejor de todo es que eramos vecinos, pero hasta hace unos años éramos desconocidos. Carla vivía en la urbanización de al lado.
Me despedí de Carla con un beso en la mejilla, y de Leo con un abrazo. Llegué a mi casa y mi madre me recibió.
-¿Qué tal el instituto, cariño?_ me beso en la frente.
-Bien..., la misma monotonía de siempre..._dije desganada. -Mamá, pasado mañana tenemos la excursión a la nieve, que no se te olvide._
-Lo sé cielo, y esta noche tu padre y yo hacemos turno por la noche, lo más probable es que quizás también mañana.
Genial, dos noches sola. Espera... ¿sola? que ingenua soy... me  había olvidado demasiado pronto de Dexter. Dexter, mi hermano mellizo, sí, suena tan horrible como parece. Aparte de controlar mi vida, y de asegurarse que hago o dejo de hacer, mi cumpleaños es el mismo día que el suyo. Recuerdo las peleas que eso suponía de pequeños.
-Vale mamá, pero...¿otra vez?
El amor de mis pares surgió, en su trabajo. En un hospital. Aún me pregunto como pueden estar todo el día juntos y seguir en la casa, sin discusiones, sin malas palabras.
 Supongo que eso será el verdadero amor, aunque yo pienso que alguna que otra vez, habrán sufrido alguna crisis amorosa. Como todos.
Dexter se acercó, y se apoyó en mi hombro.
Enarqué una ceja.
-Hermanita, hoy me puedes preparar una cena bien rica, que llegaré tarde esta noche._dijo acariciándome la cabeza, como si de una mascota se tratase.
-Mmm sí, te dejaré un paquete de salchichas encima de la encimera._dije sonríendole, y quitando su mano de mi hombro.
Salí corriendo hacia el baño, antes de que comenzara la pelea.
Me mire al espejo, me deshice mi larga trenza castaña, y me quite la ropa, unos shorts vaqueros cortos, altos y una camiseta turquesa oversize. La moda era una debilidad para mi, me encantaba. Pero lo que más me gustaba era pintar. Mis padres fueron quitando poco a poco todos los cuadros comprados por ellos, para sustituirlos por los míos. Me dispuse a meterme en la ducha.
Estaba a punto de meterme cuando el imbécil de mi hermano entró, y no llamando a la puerta precisamente.
-¡¡¡¡¡¡¡¡Idioooooootaaaaa!!!!!!!_ grité.
-¡Podrías haber pegado en la puerta!_dije tapando todas las partes de mi cuerpo que era posible.
-Tranquila que yo sólo venía a hacer pis y no haberte así...no seas tan creída._dijo con su sonrisita. La odiaba.
-¡¡¡FUERAAAA!!!._dije, elevando más mi voz.
Acabas de ser testigo de mi día a día en esta casa. Así son todos, y conforme vayan pasando, peor son sus estupideces. Puse el agua caliente y deje que mis músculos, tensos, se relajaran. 
Intente salir de la ducha sin matarme, y a continuación, me seque el pelo y me puse unos leggins y una sudadera, con las imprescindibles all star.
Baje escaleras a bajos dispuesta a zurrar a Dexter. Contuve la respiración, y mis facciones cambiaron. Eric estaba allí. Estaba distraído. Mi hermano y el pasaban  mucho tiempo juntos, os lo dije, ¿verdad? por la liga de fútbol o no se que pelmazo. Eran inseparables, y eso conllevaba ventajas y desventajas.
 Buaf. No podía concedir que un ángel fuera tan perfecto. No había nada en el que se pudiera mejorar.
Vi a Dexter que venía con el portátil acercándose a Eric. Se me salieron los ojos de las órbitas. Por suerte para mi hermano sonó el teléfono. Salvado por la campana.
 Era Carla. Mi hermano me llamó:
-Evelyn._dijo alzando la voz, pero no gritando.
Con la mirada se lo dije todo. Estaba muerta de vergüenza, alcancé el teléfono, y observe que me temblaban las manos.
Eric se limitó a mirar cada centímetro de mi cara. Lo notaba, es incómodo cuando sabes que alguien te observa tan detenidamente. En ese instante empezaron a flaquearme las piernas. Era impresionante. ¿Cómo lo hacía? yo suponía que tenía una especie de poder sobre mi. Me quedé con la boca abierta. Luego sonrió y fue cuando morí asesinada.

Capítulo 1.



La última oportunidad. La unica opción, me gustara o no. Aparte la vista en cuanto mis ojos se encontraron con los suyos. Ya. Lo sé, soy masoquista, pero no podia evitar mirarle cuando me cruzaba con él. Si. Etaba colada por Eric. Bueno Eric, era el chico más guapo del planeta sin excepción. Se supone que cuando dices eso, lo dices, y lo dices muy enserio, al menos en mi caso.
No soy de esas que se enamoran a la ligera, llevaba mucho tiempo anclada...pero por desgracia, yo no era la única que pensaba así. Dispone  de una larga fila de admiradoras personales antes que yo. Muchísimo más guapas, sin duda alguna. No es que  fuera fea, al menos eso es lo que te suelen decir tu madre y tu madre y tu mejor amiga. El caso esque yo si me sentía como tal. Era bastante insegura de mi misma y sólo me comportaba tal y como yo era con mi familia y amigos. Soy muy tímida. Olvida lo de conocer a gente nueva.
Dar dos besos a un chico sin ponerme encendida era imposible.
Lo cierto es que esta  costumbre la encuentro absurda. ¿Por qué en el instituto cuando estaba con mis amigas, no les daba un beso en la mejilla y en cambio si las veo en la calle si? ¿lo sabéis?, porque yo no. En cierto modo, para él solo seria una ficha más en su tablero. Aunque ni siquiera creo estar en ese puesto, porque seguramente no se sabría mi nombre.  Rectifico. Se lo sabía. Era hermana de uno de sus mejores amigos, y últimamente pasaba bastante tiempo en casa. De todas formas, era fácil de asumir. El es alto, desgarbado, con una melena rubia alborotada y tenía un cuerpo robusto. La única clase que compartía con el, me permitía contarle sus pestañas una por una. Si, puedes llamarme ''friqui'', si es lo que estás pensando. A partir de ahora te contaré todo lo que ocurre en mi cabeza. No te asustes.
Pero lo más sorprendente de su físico eran sus ojos. Eran de un impresionante azul, azul cristalino. Me es imposible mirarle. Te funde, te atraviesa el corazón de tal manera que eras asesinada en el acto. Así, sin cotemplaciones. Aunque el físico no lo era todo, su personalidad era lo más impresionante, no es para nada creído, y eso que formaba parte de la ''élite'' ...de ahí a que me guste tanto...Suspiré.
Pensar en el no me ayudaría a concentrarme en la clase del señor Worth, mi maestro de inglés, al que odiaba. Y eso sin contar que inglés es una de mis asignaturas preferidas. Era mi preferida... hasta que este tío se interpuso en mi camino.
-Señorita Jones, pasenos esta frase al estilo indirecto._dijo mirándome por encima de sus gafas. y devolviéndome al mundo.
Sabía que lo hacía para fastidiarme. Me preguntó la frase más difícil. Le caía mal, sin duda alguna. Mas bien odiaba que  le dijera la verdad, no le interesaba escucharla, aunque ese problema no sólo lo tienen los adultos, sino también los adolescentes, y cualquiera, porque todos somos así de estúpidos. Seré tímida, pero cuando me pisotean, no me callo ni una.
 Me equivoqué y acto seguido mi tez facial optó el color de las bombonas del butano. Me limité a mirar a todas partes y agaché la cabeza. En fin.
 Parecía que había pasado un siglo. Estábamos en el tercer trimestre y yo hacía todo lo posible para sacar hacia delante el curso. A veces, vivir al lado de la playa puede resultar bastante tentador, y más cuando tu cuarto dispone de una vista al mar. Aunque, muy pocas veces nos sumergíamos en esas aguas heladas. Incluso en verano, estaba congelada. Pero es mágico sentir como la arena te cubre el cuerpo, y ser testigo de la brisa que desprende el mar, como te acaricia, suavemente. Era como si ese mar te acogiera en sus brazos. El mar donde me había criado desde que era una mocosa. Mi madre era bastante buena conmigo...pero si se habla de estudios...no se andaba con contemplaciones. Mi padre en cambio confiaba más en mi, al menos en ese punto. Ya sólo quedaban tres malditos minutos para que tocara el timbre, ese que  tantos ansiabámos. Esperé como si se tratara de horas. Por fin sonó. Alcancé a Carla, mi compañera y mejor amiga.
-Evelyn, creía que jamás iba a terminar la hora. Un minuto más y exploto._dijo exageradamente.
-Estás loca..._dije entre risas.