Introducción.

Una adolescente enamorada como otra cualquiera. Un instituto en el que tener un buen coche se basa en un 50% de tu posición social. Un chico que no se a encontrado a si mismo. Un amor intenso, pasional, real, fresco. Una historia de amor que te cautivará, en la que tú puedes ser perfectamente la protagonista.

martes, 23 de agosto de 2011

Capítulo 4.


Me desperté a la mañana siguiente, con mi canción favorita, la única que hasta ahora, no había aborrecido. Me vestí con una blusa de cuadros abierta, una básica debajo y unos jeans. Me hice una coleta alta, para tener el pelo recogido, me maquille con un poco de colorete y un gloss clarito, y salí escaleras a bajo. Viernes por fin. El mejor día de la semana, junto al sábado. Bebí un poco de leche a morro y cogí dos tostadas.
-¡Vamos Dexter! Siempre te tengo que esperar._dije enfurruñada y gritándole. Y pensaréis, que, debería ser al revés, que el hermano tendría que esperar a la hermana presumida, que se mira 80 veces en el espejo antes de salir por la puerta de casa.
-¡Dexter, no te espero más!
-Ya voy._dijo saltando cuatro escalones, como si tuviera complejo de canguro. El día que se caiga me reiré en su cara. Me guarde este último pensamiento, no me apetecía empezar una nueva pelea.
El instituto estaba muy cerca de mi casa, tardábamos unos diez minutos en llegar, y caminando. Observé como Rachel iba en el flamante lamborghini, en el asiento  copiloto  junto a Dylan, un amigo de Eric y con un buen puesto en el top ten de la popularidad. Me asomé a los aparcamientos junto a Dexter y un conjunto de mecanismos y piezas metálicas  me hicieron tripas corazón en cuanto los vi. Tener un buen coche, significaba ser un niño de papi, y esto quería decir que al menos influía un 50% respecto a tu posición social. Yo en cambio, prefiero ser normal, antes que una estúpida mimada y consentida. Vi como Dylan y Rachel salían del coche y se encaminaron juntos a la cafetería. No parecían que fueran una pareja normal, es mas, pienso que no soy la única que creen que están juntos, porque todos dicen que  son la ''pareja ideal''. Claro, eso implica que el guapo popular, y la guapa popular estuvieran juntos, aunque no se conocieran, aunque se odiaran, aunque cada minuto que pasaran fuera como de una hora se tratase, aunque se mirasen y no hubiera amor. Debían de estar juntos, porque eso era lo que su posición social le ''exigía''. Resumiendo, todo esto que os he soltado quiere decir que alguien como yo, no podía estar con Eric, simplemente por mi posición social, o vete a saber.  Mi situación me recuerda a la antigüedad. Yo no quiero eso,
simplemente quiero saber que significa una rosa, quiero que me enseñe a decir mentiras piadosas, para poder verle a escondidas en horas no adecuadas, y poder 
reemplazar palabras por miradas...
¿Es poco, no?, ¿tanto pido? Al parecer sí. Suspiré. Qué fácil era desbordar mi imaginación. Me dirigí junto a Carla a las demás clases. Las horas pasaron con el mismo aburrimiento de siempre, los mismos sucesos absurdos y las mismas palabras. Bla bla bla bla bla...
-Señorita Ross, ¿tan importante es lo que tiene que decirle a la señorita Jones como para tener que interrumpir la clase?._ 
Como odiaba cuando me llamaban señorita, me hacían sentir... infantil.
Vi cómo Carla se estaba levantando y como poco a poco, las venas de su cuello se iban tensando. 
-Carla...no._dije susurrando y cogiendóle de la mano.
Apretó la mandíbula y se sentó rápidamente desafiando la mirada del profesor.
Cuando sonó el timbre Carla me cogió de la mano y me apretó las muñecas.
-¡¿Pero que coño se ha creído?! ¡Si hablo bajito es por no interrumpir su maldita clase! ¿Se cree que me importa lo mas mínimo ?._
-Tranquilizáte, Carla, dejálo correr, es mejor asi.
-Si, es mejor que el rey de los plebeyos nos utilice como le venga en gana._ pude comprobar, que algo aprendió de la Edad Media en historia.
-Eres una exagerada Carla...Además el termino rey y plebeyo, no pegan para nada, es mejor decir que el es el rey de esta prisión... 

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