Nos encaminamos a mi casa, riéndonos a carcajadas.
-Evelyn, pasado mañana es el viaje a Alaska, ¿lo recuerdas?_dijo haciéndome gestos delante mía. Hacer ese viaje era una de las cosas que teníamos propuesta desde hace muchísimo tiempo.
-Mmm..lo había olvidado. Esta semana tuve que estudiar, al menos para tener una oportunidad en el examen de geometría...
-¡Tan empollona como siempre, Evelyn!_dijo intentando picarme. Aunque sabía que yo era inmune a ese tipo de estupideces. Para mi, mi futuro era muy importante, y la verdad, no tenia pensado trabajar en un burguer king...En cambio Carla era mucho más abierta, más alocada que yo, y disfrutaba cada oportunidad que se le ponía por delante.
Vi que Leo se acercaba hacía nosotras.
-Hola chicas, ¿qué tal hoy?_dijo tan agradable como siempre.
-Cada vez se me hacen los días más largos, esa cárcel te absorbe la energía..._dijo Carla, suspirando melodramáticamente.
Leo era bastante guapo. Se sentaba conmigo en la clase de Química, somos compañeros de laboratorio en muchas ocasiones, y eso implica bastante tiempo juntos. Me ayudaba en todo lo que podía, teniendo una paciencia digna de admirar, ya que yo soy una negada tanto como para la química, como para las matemáticas. Se puede decir que es mi mejor amigo, mi cómplice, mi medio hermano. Vive muy cerca de mi casa, sus padres llevaban un pequeño negocio.
-¡Ah!_ se me escapo un grito ahogado. Me quede parada, no movía ni un milímetro de mi cuerpo.
Le tenía delante. Me había quedado bien callada. Por mi bien. Carla se dio cuenta, le guiñó un ojo a Leo y me dio un empujoncito hacía el. ¿Está loca? Sí. Confirmado. Bueno un empujoncito no, un EMPUJONAZO. Un centímetro más y me hubiera estampado en su espalda. La verdad es que no pude evitar sonreír como una boba al imaginarme como hubiera podido ser. Tenia una imaginación impresionante y desbordante, en eso no me ganaba nadie. Lo mejor de todo es que eramos vecinos, pero hasta hace unos años éramos desconocidos. Carla vivía en la urbanización de al lado.
Me despedí de Carla con un beso en la mejilla, y de Leo con un abrazo. Llegué a mi casa y mi madre me recibió.
-¿Qué tal el instituto, cariño?_ me beso en la frente.
-Bien..., la misma monotonía de siempre..._dije desganada. -Mamá, pasado mañana tenemos la excursión a la nieve, que no se te olvide._
-Lo sé cielo, y esta noche tu padre y yo hacemos turno por la noche, lo más probable es que quizás también mañana.
Genial, dos noches sola. Espera... ¿sola? que ingenua soy... me había olvidado demasiado pronto de Dexter. Dexter, mi hermano mellizo, sí, suena tan horrible como parece. Aparte de controlar mi vida, y de asegurarse que hago o dejo de hacer, mi cumpleaños es el mismo día que el suyo. Recuerdo las peleas que eso suponía de pequeños.
-Vale mamá, pero...¿otra vez?
El amor de mis pares surgió, en su trabajo. En un hospital. Aún me pregunto como pueden estar todo el día juntos y seguir en la casa, sin discusiones, sin malas palabras.
Supongo que eso será el verdadero amor, aunque yo pienso que alguna que otra vez, habrán sufrido alguna crisis amorosa. Como todos.
Dexter se acercó, y se apoyó en mi hombro.
Enarqué una ceja.
-Hermanita, hoy me puedes preparar una cena bien rica, que llegaré tarde esta noche._dijo acariciándome la cabeza, como si de una mascota se tratase.
-Mmm sí, te dejaré un paquete de salchichas encima de la encimera._dije sonríendole, y quitando su mano de mi hombro.
Salí corriendo hacia el baño, antes de que comenzara la pelea.
Me mire al espejo, me deshice mi larga trenza castaña, y me quite la ropa, unos shorts vaqueros cortos, altos y una camiseta turquesa oversize. La moda era una debilidad para mi, me encantaba. Pero lo que más me gustaba era pintar. Mis padres fueron quitando poco a poco todos los cuadros comprados por ellos, para sustituirlos por los míos. Me dispuse a meterme en la ducha.
Estaba a punto de meterme cuando el imbécil de mi hermano entró, y no llamando a la puerta precisamente.
-¡¡¡¡¡¡¡¡Idioooooootaaaaa!!!!!!!_ grité.
-¡Podrías haber pegado en la puerta!_dije tapando todas las partes de mi cuerpo que era posible.
-Tranquila que yo sólo venía a hacer pis y no haberte así...no seas tan creída._dijo con su sonrisita. La odiaba.
-¡¡¡FUERAAAA!!!._dije, elevando más mi voz.
Acabas de ser testigo de mi día a día en esta casa. Así son todos, y conforme vayan pasando, peor son sus estupideces. Puse el agua caliente y deje que mis músculos, tensos, se relajaran.
Intente salir de la ducha sin matarme, y a continuación, me seque el pelo y me puse unos leggins y una sudadera, con las imprescindibles all star.
Baje escaleras a bajos dispuesta a zurrar a Dexter. Contuve la respiración, y mis facciones cambiaron. Eric estaba allí. Estaba distraído. Mi hermano y el pasaban mucho tiempo juntos, os lo dije, ¿verdad? por la liga de fútbol o no se que pelmazo. Eran inseparables, y eso conllevaba ventajas y desventajas.
Buaf. No podía concedir que un ángel fuera tan perfecto. No había nada en el que se pudiera mejorar.
Vi a Dexter que venía con el portátil acercándose a Eric. Se me salieron los ojos de las órbitas. Por suerte para mi hermano sonó el teléfono. Salvado por la campana.
Era Carla. Mi hermano me llamó:
-Evelyn._dijo alzando la voz, pero no gritando.
Con la mirada se lo dije todo. Estaba muerta de vergüenza, alcancé el teléfono, y observe que me temblaban las manos.
Eric se limitó a mirar cada centímetro de mi cara. Lo notaba, es incómodo cuando sabes que alguien te observa tan detenidamente. En ese instante empezaron a flaquearme las piernas. Era impresionante. ¿Cómo lo hacía? yo suponía que tenía una especie de poder sobre mi. Me quedé con la boca abierta. Luego sonrió y fue cuando morí asesinada.
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