Introducción.

Una adolescente enamorada como otra cualquiera. Un instituto en el que tener un buen coche se basa en un 50% de tu posición social. Un chico que no se a encontrado a si mismo. Un amor intenso, pasional, real, fresco. Una historia de amor que te cautivará, en la que tú puedes ser perfectamente la protagonista.

martes, 25 de octubre de 2011

Capítulo 19.

El día paso muy rápido y puedo decir que incluso algo borroso. En el avión estuve dormida casi todo el tiempo. Sólo me despertaba cuando notaba algo encima de mi regazo, y ese algo, más bien alguien, era Eric. También interrumpían mi sueño las voces de mis compañeros más elevada de lo normal.
Cuando esto ocurría Eric se levantaba sobresaltado, y se ponía mirar hacía todas partes.
Y yo no hacía otra cosa que acariciar el torso de su mano, fuerte y musculoso. Creo que nunca me cansaría de observarle. Era muy interesante cuando dormía. Hacía todo tipo de gestos y muecas extrañas.
Recuerdo que me dijo que hablaba en sueños. Me asusté cuando me cogió del brazo, no por nada, si no por que creía que me lo iba a arrancar de cuajo.
Salí del avión un poco mareada y con dolor de cabeza debido al aterrizaje. Le sigo teniendo un pánico horrible.
Y ahora si que podía decir: ¡cómo añoraba ese sitio!, ya sólo queda la vuelta a la rutina, pero las pequeñas ilusiones que nos da la vida, es lo que nos hace coger fuerzas y seguir hacía delante. Carla, Dexter, Eric y yo nos bajamos del autobús, y nos despedimos de todos nuestros compañeros con un monótono y desganado ''hasta el lunes''.
Entonces después de darle un beso a Alice, vi que Leo pasaba por mi lado y no me dirigía la palabra.
-¡Eh, tú!._dije cogiéndole de la manga de su abrigo.
No lo entiendo, ¿por qué me estaba evitando?
Miró en mi dirección, asintió, y ladeo la barbilla bruscamente, y todo eso sin mirarme a los ojos.
No me dio tiempo a preguntarle porque estúpido motivo pasaba de mi cuando se largó.
Así, sin más.
¿Qué le había echo?
Carla se dio cuenta, y ella estaba igual de sorprendida que yo por la reacción de Leo.
Me dijo que no le diera importancia, y a continuación se marchó rápidamente en dirección a Dexter. Entrelazó sus piernas en la cintura de mi hermano y le beso delante de todo el mundo.
Que soltura. Me dan envidia incluso, aunque yo también tengo a alguien con quién poder hacer eso.
Aunque yo no era ni lo mínimo de atrevida que era Carla, me armé de valor y besé a Eric delante de todos.
Me daba un poco de corte, pero al parecer a Eric no le molesto.
Al principió abrió los ojos como platos, impresionado, pero luego se dejo llevar, me sujeto la cabeza entre sus manos y cerró sus ojos hasta fundirnos en un suave beso. Yo de puntillas, seguí su boca, que iba a un ritmo muy deprisa. Muy nuevo.
Basta. Me detenía para coger aire, y me recordé que estábamos en medio de mucha gente.
Eric me sonríe en cuanto cruzamos mirada. Me había entendido perfectamente.
-¡Qué mona eres cuando te ruborizas!_me dijo al oído y apartandome el pelo.
-Tonto_ le susurré a su oído, siguiéndole el juego. Nuevamente de puntillas, porque, aunque yo fuera bastante alta, Eric me superaba en altura. Me encantaba cuando íbamos paseando, y sus brazos me pegaban a el, haciendo una especie de coraza protectora sobre mi cuerpo.
Aunque yo siempre le soltara una bordería, me encantaba cuando me decía ese tipo de bobadas absurdas. Me causaba tanto desconcierto, que eso hacía que me ruborizara aún más.
Creo que sabía que cuando le digo tonto, con esa vocecilla que me sale cuando estoy con el, todo le queda claro.
-Ya, pero el tonto te gusta._dijo muy seguro.
Y que razón tenía. Aunque yo no se la iba a dar, por supuesto.
-¡Viva la modestia!_dije.
Me sonríe, tanto con los ojos como con sus labios, y nos dirigimos a mi casa.
Carla y Dexter van delante, cogidos de la mano.
Y mientras más los miro, menos me lo creo.
-Ya, yo tampoco me lo creo._dice Eric leyendome el pensamiento, elevando su mirada hacía el cielo.
-¿Tu te imaginabas algún día conmigo?_dije curiosa, agarrada de su brazo.
-Mmmm...yo..._
-¡¡Mis niños!!, ¡¡mis niños ya están aquí!!_que oportuna mi madre. Cualquiera diría que no nos veíamos desde hace un año. No olvidaría esa pregunta, quería conocer la respuesta con pelos y señales.
La verdad es que me dio mucha alegría verla, le echaba de menos, y a mi padre también.
Mi madre se aproxima a nosotros y nos besuquea a mi hermano y a mi, hasta tal punto que casi no consigo respirar.
-Mamá..._dije jadeando, y mirando a Dexter, que estaba rojo.
-¡Oh Carla!, ¡Veo que todo a ido sobre ruedas!_mi madre se acerca a Carla y le da un beso sonoro, y un abrazo gigante.
¿Cómo, ?¿qué ha ido sobre ruedas?
-Si...Lisa._dice Carla aproximandose a Dexter y entrelazando sus manos.
-¡Cómo! ¡¿te compinchas con mi madre y conmigo no?!_dije sorprendida, y a la vez riendome a carcajadas. Rio, por no llorar francamente. ¿Cómo puede ser?
Al parecer mi hermano estaba igual de sorprendido que yo.
-Ahora esta todo perfecto, con las dos mujeres a las qué más quiero en este mundo._dijo mirando con amor a mi madre, y copiando esa frase que tantas veces había visto en libros y películas románticas.
-¡Pero bueno! ¡¿ y yo qué?¡._dije haciéndome la irritada, aunque por un lado estaba celosa, tengo que admitirlo.
-Tu ya tienes a..._
Me quede pálida. No podía ni reaccionar.
Eric fue más listo que yo y le dio un pisotón a mi hermano.
Este se acordó rápidamente.
-¡...A Balto qué te espera en el jardín! ¿o es que no lo oyes?_
Estaba a punto de caer de bruces en el suelo. No quiero ni pensar lo que habría pasado. Mi madre estaba acostumbrada a que Dexter trajera una novia nueva a casa todos los meses, pero yo no era Dexter.
Yo era la pequeña Evelyn, la pequeña que al parecer nunca crecía.
¿Y mi padre? Oh dios mio, ¡menos mal que no estaba allí! ¡seguro que el lo habría captado al vuelo! Creo que incluso mi madre, pero ahora estaba muy ocupada hablando con Carla, dado a que su plan ''maléfico'' había tenido resultado. Mi madre tiene un espíritu muy joven para su edad, se lleva bien con todo el mundo, y a todos le suelen caer genial...pero esto... ¡Esto era demasiado! ¿Mi mejor amiga, con mi madre? Lo peor de todo es que, pensándolo bien, ni me resulta extraño. No pregunté por mi padre, porque supuse que estaría haciendo turno en el hospital. No me gustaba que trabajaran tanto. Algunas veces me preocupaban sus oscuras ojeras y sus caras de cansancio. Dexter y yo teníamos algo preparado para este verano, una pequeña sorpresa para ellos.
Tenía muchas ganas de verle.
En cuanto a Eric, seguro que le diría a mi madre que tenía novio, esta claro que no lo iba a ocultar nada, pero sería muy precipitado...para ella...tengo que elegir la ocasión muy minuciosamente.
Me volví hacía atrás y vi que Eric estaba hablando con mi madre, intercambiado sonrisas de todo tipo.
Mire hacía su lado, me sonrie.
Y yo me ruborizo. Me ruborizo porque la sonrisa que me dedica no tiene nada que ver con las que intercambia con mi madre.
Y me vuelvo hacía Balto, a ese gran amigo que siempre estuvo dispuesto a escucharme incluso en los peores momentos.
Esa noche me dormí pronto, demasiado pronto. Después de una buena ducha, y meter toda la ropa en la lavadora, me quede dormida.
Me dormí haciendo una gran reflexión de todo lo que había pasado en una semana. De todos los sentimientos que había vivido, de como era mi vida el mes pasado.
¿Cómo cambian las cosas, eh?
Por eso mismo vale la pena seguir luchando, porque las recompensas son buenas, ahora sólo faltaba una cosa:
que la frase ''todo se acaba'' fuera inmune para nosotros.
A la mañana siguiente me desperte con energía, dado que había recuperado bastantes esa noche.
Estaba activa y no paraba de moverme de un lado a otro. Estaba nerviosa, pero, ¿por qué?
No hago la cama. Estiro la colcha y acomodo la almohada.
¿No es absurdo tener que hacer la cama cuando la vas a volver a utilizar esta noche?
Corro de un lado a otro de la habitación, queriendo buscar algo, o quizás encontrar.
Miro en el armario, y no me gustaba nada de lo que veía.
Bah. Me decanto por unos jeans desgastados y ajustados y una camiseta liviana de color azul cielo. Como el de sus ojos. Pego un brinco y me sale una risilla de ilusa enamorada.
Me asomé a la ventana, y la abrí inspirando el olor del mar.
¡Hacía un día precioso!
Corro hacía la habitación de Dexter, que dormía desparramado en su cama, con algo de babas en su almohada.
Le soplo en la oreja, un aire suave, frío.
-¡Ahhhhh!_dice gritando.
Apoyo al cabeza en su cama, a la altura de la cabeza y nos quedamos mirándonos fijamente como unos estúpidos hasta romper a reír.
-Estás cambiada._dijo muy cerca mía, demasiado cerca, porque pude notar demasiado bien el asqueroso olor que desprendía su aliento.
-Tú también_dije sonriéndole.
-Lávate los dientes, anda._dije haciéndole un favor a él, y a la persona inocente que se atreviera a acercarse demasiado a el.
Mi mente decía que no, pero mi corazón era más tozudo.
Cogí mi móvil y le envíe un sms.
''Bello durmiente, t he despertado? dme si puedes quedar ahora. Un besito.''
Lo del final a sido muy cutre, lo sé, pero no me atrevía a decirle te quiero, si por sms.
Me senté en el amplio sillón de mi salón junto a Balto, me quede mirando a la tele pero no viendo nada.
Estaba impaciente por ver lo que respondía.
A los dos minutos mi móvil vibró, y mi corazón reaccionó.
''Bonita forma de despertarme. Pues claro q me has despertado, sino no estaria escribiendote sto.
A las 16:00? Nos vemos guapa.''
Me quedé un poco desilusionada el leer el final, pero no podía esperar otra cosa de mi primer mensaje.
Me tumbe en el sofá y le respondí algo sin importancia.
De repente vuelve a vibrar.
Que raro, no esperaba que me contestara.
No era Eric, era otra persona. ¡Era Leo!
Me sorprendió muchísimo que me invitara a dar una vuelta, después de lo arisco que se había comportado conmigo últimamente. Yo le respondí que estaba encantada.
Además seguro que me daría tiempo volver para ver a Eric.
Cogí un bolso cualquiera, metí las llaves y cuando traspasaba la puerta de mi casa, estaba llegando.
-Hola._dije contenta de verle.
Estaba raro, no era mi compañero alegre de laboratorio, ese que me alegraba las mañanas. Su rostro estaba cubrido por una máscara de cansancio y puedo decir que incluso tristeza.
-¿Has dormido bien?_dije preocupada.
-Sí, es sólo que necesito dormir más de diez horas._dijo intentándose hacer el gracioso.
Pero su inaudible entonación y su poco enfasí al mencionar esa frase me hizo tener más claro que algo le ocurría.
Aunque no quiero presionarle.
-Te llevaré a un sitio muy bonito, te va a gustar_dijo empezando a andar en dirección a su coche.
-Genial. Pero tengo que estar de vuelta para antes de las cuatro._dije pensando en mi cita con Eric. Ya le echaba de menos.
-Claro._dijo mírando al frente.
No supe describir la sensación que me transmitieron sus ojos, en el segundo que nuestras miradas se encontraron.
Estaba realmente raro, era algo muy impropio en el. Mi amigo, que siempre se caracterizaba por su optimismo y alegría.
Pone la radio inmediatamente, y nos vamos encaminando a las afueras de la ciudad. Tenía mucha curiosidad por saber a que clase de sitio me llevaría mi amigo.
Canturreo suavemente.
De la radio se escucha la voz de John Lennon, cantando stand by me.
Eso es lo que quería en estos instantes.
Que todas las personas de mi alrededor se quedarán tal y cómo están ahora: a mi lado.
Lo que yo no sabía, es que eso iba a cambiar en cuestión de minutos.
Leo iba conduciendo deprisa, pero con firmeza, manejaba su seat Leon a la perfección.
-¿Falta mucho?_dije haciendo al típica entonación infantil.
¡Mi padre odiaba cuando Dexter y yo le hacíamos eso!
Mi papá...la verdad, tenía unas ganas enromes de abrazarle, contarle todas las anécdotas del viaje a el y a mi madre, esa que me dio mi beso de buenas noches, y que aunque parezca mentira, no me duermo igual de bien si mi madre no me decía ese ''sueña con los angelitos''.
-Ya hemos llegado._dijo Leo sin fuerza en la voz.
Era un prado precioso, y a lo lejos se podía divisar una vieja cabaña.
-¿Vamos ahí?_dije señanlando la cabaña. Me recordaba a la casa del abuelo de Heidi.
-Sí..._dijo ocultandose, y caminando hacía delante.
Ya no aguantaba más. Ahora mismo, tenía una estúpida suposición en mente, y si era eso lo que hacía que mi amigo estuviera de esa manera tenía que hablarlo con el.
-Leo, ¿qué te pasa?, ¿estás así por que estoy con Eric?
-¿Qué? no._dijo algo sorprendido.
Pero le seguía pasando algo. Lo iba a averigüar costara lo que costara.
-Vamos._dice andando hacía delante.
Me quedo en silencio y le persigo detrás suya.
Al final acabamos enfrente de esa bonita cabaña, aunque Leo vacila sobre si entrar o no.
Primero pega en la puerta. Eso me desconcierta.
¿Se supone que tendría que haber alguien?
Un hombre nos abre la puerta.
Es alto y bien fibrado, yo diría que de unos 35 años, aunque las entradas de su frente, le hacía parecer más mayor.
-Por fin. Cuanto has tardado._dice mirando a Leo con una sonrisa maliciosa.
Me vuelvo hacía el, para preguntarle con los ojos, pero el me evita a toda costa.
No entendía nada.
Demasiadas preguntas y ninguna solución.
-¿Dónde esta mi hermana?_dice Leo.
¿Cómo?, ¿Leo tiene una hermana? No lo sabía.
Sabía que su familia y el, se mudaron a mi ciudad hace unos años, pero no sabía que tenía una hermana.
-Vaya...me hiciste caso...es más guapa de lo que me imaginaba._dice el hombre recorriendo cada parte de mi cuerpo.
Sentí un escalofrío y repugnancia ante la mirada de aquel hombre. Di un paso hacía atrás. Quería salir de ese lugar cuanto antes.
-¡¿Donde esta mi hermana?!_dice Leo alzando la voz, y posando fuertemente sus manos en la camisa de ese hombre. Me dio miedo la cara que puso, y la violencia que utilizó. Jamás el había vsito así.
-Ven mañana. Mañana estará aquí, y te llevarás a ésta._dice el hombre sin darle mucha importancia.
Se acerca a mi y me coge bruscamente de mi brazo desnudo, apretándolo con fuerza, atrayendome hacía el.
-¡Leo!_grité hacía su dirección. No era capaz de sostenerme la mirada. Vi que tenía sus ojos anegados en lágrimas.
-¿Que has echo...?_dije en un susurro inaudible. No me enteraba de nada. Lo único que sabía es que quería correr de ese lugar, de esas dos asquerosas personas.
Hice amago de soltarme, pero no pude hacer nada. Ahora me sostenía los dos brazos, y quedé totalmente inmovilizada.
Leo abre la puerta, y su cobardía le impidieron mirarme a los ojos.
Por un segundo lo hicieron y pude ver tristeza, miedo, mirada de suplica, de perdón.
¿Tristeza? Esa persona que tenía delante estaba muerta para mí.
¿Qué había echo conmigo?, ¿venderme?
Desde luego a vendido su amistad. Pensé con los ojos llenos de lágrimas.

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