Introducción.

Una adolescente enamorada como otra cualquiera. Un instituto en el que tener un buen coche se basa en un 50% de tu posición social. Un chico que no se a encontrado a si mismo. Un amor intenso, pasional, real, fresco. Una historia de amor que te cautivará, en la que tú puedes ser perfectamente la protagonista.

lunes, 17 de octubre de 2011

Capítulo 17.

Esa noche ni siquiera pude conciliar el sueño. Carla vino a las 2:30 de la madrugada y aún estaba despierta.
Llegó, sin hacer ruido, por miedo a despertarme. Me incorpore y la sorprendí encendiendo la luz.
-Imbécil. ¡Me has asustado!_dijo Carla dando un bote.
No podía parar de reírme.
-Tú estás demasiado feliz..,¿no?_dijo Carla quitándose el vestido.
Pero aún no quería contarle nada. Ni siquiera a mi mejor amiga. Era mi secreto. Nuestro secreto.
-Qué mala es la edad..._dijo susurrando. Pero mis oídos lo captaron a la perfección. Bah. Lo deje pasar.  Simplemente no tenía ganas de hablar.
-Ya me contaras._
-Buenas noches_dije mándandole un beso en el aire.
Y ahí dio por terminada la pequeña conversación.
Me sumergí de nuevo en mis sábanas e intente conciliar el sueño, sin éxito. Lo único que me ayudo a dormirme es pensar que mañana tendría unas ojeras horribles y estaría más pálida que la taza del wc.
A la mañana siguiente, mi cama me impedía levantarme. Mis sábanas me decía que no me moviera un milímetro de ese lugar, asi que hice lo que me ordenaron durante unos preciosos quince minutos. Carla ya se había vestido. Demasiado raro, tratándose de ella. Seguro que habría quedado con Dexter más temprano.
Me levanté de un salto y corrí hacía el baño. Me asee, me peine, y me maquille. Muy poquilla cosa, como siempre.
Entonces llegó la duda si lo de anoche fue verdad, o no, como siempre, siempre que me pasaba algo bueno, me lo preguntaba. Estoy segura de que ocurrió de verdad.
Cuantas ganas tenía de acercarme a el corriendo y entrelazar mis piernas en su cintura, sentir sus manos en mi espalda, y sus labios contra los mios.
Pero...¿y si le molestaba? A lo mejor no el gustaba que me pusiera empalagosa delante de sus amigos, delante de todos...
Aunque no me caracterice por ser una pesada, ahora no me podré controlar. Mis sentimientos y mis nervios están a flor de piel.
Me vestí con un un jersey de lana, muy calentito, aunque el tejido no era demasiado grueso. Me enfundé unos pantalones ajustados, color marrón y me calcé las botas. Lista.
Hoy fuí por las escaleras. Iba a llamar a mi madre antes de entrar al comedor, así que me desvié y fui hacia unos grandes sillones, dado que en el comedor había un ruido insoportable de adolescentes hambrientos.
Fue extraño. Siempre le contaba todo a mi madre. Me sentía rara. Pero aún era demasiado pronto...en realidad, el que me preocupaba seriamente era mi padre.
Aunque... ¿no estoy sacando conclusiones precipitadas?
Quiero decir...Eric no ha dicho nada oficial, bueno ni él, ni yo. Pero era evidente que algo éramos. No se la idea que tendría en su cabeza.
A lo mejor sólo quiere estar conmigo durante un mes. O incluso menos. Sacudí la cabeza. Eso es imposible. Al menos por ahora.
Me dirigí al comedor, para intentar no pensar en mis pensamientos negativos, que hoy más que nunca me ponían en duda.
¿Dónde se han metido todos? No había rastro de mi hermano, de mi mejor amiga, de Alice, de Leo...Y sobre todo, ni rastro de él.
Recorrí la mirada del amplio comedor sin ilusión. Se me quita el hambre repentinamente.
Cogí una manzana del buffet y sonreí al ver quien estaba a mi lado.
-Eoeoeo._dijo Leo.
-¡¡Hola!!_dije dándole un suave abrazo.
El me lo correspondió.
-¿Dónde estáis metidos? No os veo por ninguna parte. Bueno a ti sí._sonó de lo más estúpido, no me enteraba de lo que estaba diciendo ni yo.
Soltó una leve carcajada.
-Estamos al final, pero tú como estás en tu mundo..._dijo silbando al final.
-Idiota._dije sonriendole. Siempre estábamos igual. Aunque yo también le chinchaba muchísimo.
Leo se tensó y se puso serio enseguida. Su rostro se cambió por completo, se convirtió en una máscara que no expresaba nada. No tenía ni idea de que le hizo comportarse  así. Me levantó la barbilla, me sonrío secamente y se esfumó justo cuando alguien me tiró del pelo.
Aullé de dolor. Me cogió muy poca cantidad, y eso hizo que me doliera aún más.
Estaba con los dientes apretados, dispuesta a volverme y a pegarle a quien fuera que fuese el maldito que me estuviera haciendo eso.
No me dio tiempo a girarme cuando unos brazos rodearon mi cintura. Ahora no podía ser otro.
Sonreí. Mi odio se desvaneció enseguida. Y mis ganas de pegarle a ese ''desconocido'', ahora no tan desconocido se convirtieron en unas tremendas ganas de verle, preguntarle que tal a pasado la noche, besarle . Me tenía que contener. Éstabamos delante de demasiada gente, no era buena idea.
Me besó en la mejilla con un beso muy sonoro. Precioso. Perfecto. Mañanero.
Luche con sus brazos que me tenían inmovilizada, para poderme volver y darle una preciosa sonrisa.
-Hola._dijo apartándome el cabello de un lado de mi cara y acomodándolo detrás de mi oreja. Parecía que le gustaba ese gesto. Siempre me lo hacía.
No se como, pero cada día que le veía sus ojos me parecían más hermosos. ¿Cómo es eso posible?
-Vamos a fuera._dije dándole un empujoncito a la salida.
El me cogió de la mano. Me buscaba con la mirada. Yo miraba hacía delante.
Va enserio. Que bien. Me daba miedo dar ese paso por mi sola. Tan cobarde como siempre, lo sé.
Pasamos por recepción y el recepcionista me sonrió. Recordé aquella noche donde no quería existir. Donde tenía un odio que me consumía por dentro, cuando me odiaba incluso a mi. Y de repente, pum. Plaf. Estoy aquí de la mano de la persona más importante de mi vida.
Todo depende de ti. Si no persigues lo que quieres, jamás lo tendrás. Si no preguntas, la respuesta siempre será no. Siempre igual, si no arriesgas no ganas.
Comenzamos a andar, con una pequeña capa de nieve en el camino y en el paisaje. Era precioso.
Pero hacía un frío horrible. Eric lo noto y se acercó más a mi, me abrazó por la cintura y yo hice otro tanto. Era evidente que ahora mismo no tenía frío. Me gustaba sentir esto siempre. Ese nudo en el estómago, esas mariposas bailando dentro de él. Yo las intento apaciguar, pero es imposible, son demasiadas.
De repente Eric se para, y se encamina hacía un banco. Le persigo.
-¿Te pasa algo?_dijo demasiado rápido, al grano. Me costó entender lo que decía. No me sostenía la mirada y eso era algo raro.
-¿Qué me iba a pasar?_dije sorprendida. También curiosa.
-No se...estás rara. Creo que soy demasiado pesado contigo. Si te agobio, me lo dices sin problemas, ¿de acuerdo?_dijo ahora mirando hacía el frente, hacía la nada.
Dios, ¿como puedo ser tan sumamente infantil? Él. Me dice él que si le agobio, cuando cada minuto que paso a su lado, me gustaría estar abrazada a él como una lapa.
Le gire la cabeza suavemente en mi dirección e hice que me mirara.
Hoy llevaba un gorrito de lana gris, estaba guapísimo.
Sus ojos me miraban de una forma extraña. Por primera vez me costó traducir su significado. Mira que soy idiota.
-Eric,_sentí un escalofrío al decir su nombre, el se dio cuenta_ si estoy así es porque la que no quería agobiarte era yo._dije mirando hacía sus ojos, luego a sus labios.
-Tú me gustas, Evelyn. Quiero estar contigo, ¿vale? Siempre._esa palabra hizo amago en mi. Se quedo con un eco flotando en mi cabeza. Siempre. Siempre. SIEMPRE. Un sí infinito. Recordé ese anuncio. Sonreí. Estúpida.
No aguanto más.
Me senté en su regaño y le bese como nunca. Le quite su gorrito, para poder tomarle el pelo. Lo puse entre nosotros. Mmm chocolate. Sabía a chocolate.
Beso dulce.
Creo que le gustaba que le tocara el pelo. Si no fuera así, seguro que me lo habría dicho, porque siempre estaba jugueteando con su melena.
Me aparte de el levemente. Su nariz estaba pegada a la mía. Me sonríe.
-Soy estúpida._dije susurrando.
-Ya lo sé._dijo riendose. Y os lo juro, no creo que exista un sonido más hermoso que el de su risa.
Le mordí su labio inferior, cerré los ojos y continue besándole.
-¡Ay!_se quejó infantilmente.
-¿Qué te pasa bebé?_dije haciéndole un pucherito. Estoy segura de que si nos estuviera viendo alguien pensarían que no estamos muy bien psicólogicamente. O a lo mejor es listo y sabe lo que nos ocurre de verdad. La magía del amor.
-Mejor me callo y no te digo lo que estoy pensando ahora, por que si no..._dijo dejando su frase en el aire.
-...Si no...¿qué?
-Nada._dijo besándome en la frente. Creo que lo nuestro era distinto, creo que no éramos novios, o como se diga, pienso que Eric y yo somos algo distinto al resto. Nunca una persona me hizo sentir tan cómoda, tan agusto. Sólo me pasaba con mis mejores amigos, o con mi familia. En cambio el... con el todo era raro. Perfecto. Único. Inigualable. ¿Inigualable?, sí, tal vez esa sea la palabra adecuada.
-¿Nos vamos?_dijo levanándose y cogiéndome en sus brazos. Me agarre a su cuello enseguida.
-¡Estás loco!, ¡bájame Eric!, ¡te vas a hacer daño!_dije luchando contra el. Era imposible. Tenía una fuerza increíble. Recordé cuando me dio ese codazo en el avión por accidente, me dolió bastante. Aún tengo un pequeño cardenal.
Gritó de dolor. Me bajó rápidamente, pero con mucha delicadeza.
-¡Lo sabía!, ¿te has echo mucho daño?_me sentía fatal, pero se lo había avisado. Se lo merece.
Eric hacía muecas de todo tipo, y no me hablaba. Me estaba empezando a asustar.
-Es el cuello. Me duele muchísimo._dijo tocándose la parte de atrás.
Eso me pasa por no hacer la dieta. Mis 56 kilos cobraron factura. Ahora me sentía mal de verdad.
-¡Eric, lo siento mucho!_dije agarrándome de su cintura, en vez de en su cuello. Me estaban entrando ganas de llorar. No se podía ni mover.
Me acarició el pelo y me lo apartó hacía un lado.
Un escalofrío recorrió mi columna vertebral.
-Es mentira_me susurra al oído.
-¡¿Cómo?!_me levante enseguida.
-Que te he engañado._dijo sonriendo ante mi reacción.
-¡¡¡¡¡Idiota!!!!!_le grité.
-¡Te tendrías que haber visto!_dijo soltando una fuerte carcajada.
-Te has pasado. La has cagado._dije empezando a  caminar.
-No estarás enfadada enserio...,¿no?_dijo cogiéndome de el jersey, atrayendome hacía a el, por detrás.
-Por lo menos sé que te preocupas por mi._dijo más cerca.
¿Cómo no me voy a preocupar por ti, imbécil? Suspiré. Seguía hablando a sus espaldas. No creo que esto fuera una conversación normal.
-Puede_dije intentado mostrar odio. Aunque me había molestado bastante que hiciera todo ese teatro, porque estaba preocupada por el de verdad, no podía enfadarme con el.
Era imposible.
-Yo se que no._dijo poniendose delante de mi y pegándome aún más hacía el. Su respiración se unió a la mía.
Me a descubierto. ¡Maldición!
-¿Y tú qué sabes?_dije cruzándome los brazos sobre él, aunque nuestros cuerpos se rozaban.
-Lo sé. Yo lo sé todo. _dijo sonriente. En sus ojos había una perversa diversión.
-¿Cómo lo sabes?_dije rindiéndome al fin.
-Por tus ojos._
-Mmmm. No vuelvas a hacerlo nunca más. Estaba pensando muy seriamente en ponerme a dieta._dije al final. Con un suspiro de alivio.
-¡Estás loca! Tú eres perfecta. La mejor y la más guapa._dijo colocando mis brazos alrededor de su espalda.
Me ruboricé de placer. Eso es lo que dicen todos siempre a sus novias, al menos en las pelis. Aunque dicho de el eran las palabras más bonitas que me podían haber dicho en mi vida.
-Tonterías..._dije bajito. Haciendo circulitos en su pecho. Notaba sus perfectas abdominales.
Ejem, ejem. Se escuchó una voz por detrás exagerado su actuación. No podía ser otro que...¡Dexter!
Eric y yo nos miramos. Pero no nos separamos.
-Vaya con la parejita...¡eh! que guardado lo tenias hermanita. ¿Y tú, tio? Ya te vale, que no me cuentas nada..._dijo Dexter haciendose el ofendido. Girando su cabeza de un lado a otro, con las manos en los bolsillos y exagerando teatralmente los gestos de ''dolor'' de su cara.
Eric y yo sonreímos y nos limitamos a contarle todo a ese pesado de enfrente, un pesado que aunque pocas veces se lo demostrara lo quería como a nadie. Bueno ese nadie, era la excepción en este momento. Por que ese nadie se encontraba a tres centímetros de mi cara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario